lunes, 10 de octubre de 2011

Un domingo fresco y soleado.


A falta de cronistas oficiales me toca hoy hacer la crónica, pido por adelantado perdón  por mi falta de pericia en tal encomienda.

A las 9 de la mañana, en este fresco y soleado domingo de octubre y bajo la atenta mirada del Rey Pelayo, estábamos Desde´l Picu, Corto Maltes, Yerman, Turonman, Sargento Playu, Pedro –nuevo con nosotros aunque no novato en estas lides- y el que aquí escribe, Ylqh. También se presentó Ferre y una compañera, ellos traían unas doble suspensión un poco raras, de marca Suzuki, modelo V –Strom, de color rojo y apariencia pesada pero robusta. Decidieron no acompañarnos, algo pusieron de excusa, que tenían que trabajar creo que fue lo que dijeron.

Ya en la salida notábamos que nos faltaba alguno de los habituales, sin embargo en el Muro se nos acopló Trancas mas sudoroso de lo normal, tal vez las prisas. Su compañía no nos duró mucho, casi llegando al Parque de Isabel la Católica nos tuvo que abandonar por un problema técnico, se había dejado la bici en casa y ninguno nos habíamos dado cuenta, creo que su montura se negaba en redondo en salir hoy y el martes y, tal como apareció, desapareció, corriendo.  Aprovecho para anunciar que este martes día 11, víspera del Pilar, habrá una salida nocturna -por el monte en bici ¡eh!-  a las 10 de la noche desde Pelayo.

En la Guía esperaba Manny y, llegando a Tragamón, Piti, que nos recibió, tras apenas recorrer unos metros, con un “¡Voy pinchau!”. 

Aquí una demostración más de nuestro trabajo en equipo, Manny aportando herramienta e indicaciones técnicas, Yerman extendiendo y enrollando cámaras, Desde´l Picu dándole a la bomba (desechamos una primera que alguien había traído para probar y que creo que le había venido con la muñeca hinchable), Piti sujetando la rueda y los demás en funciones secundarias pero importantes para poder solucionar un pinchazo en tiempo record  - 10 ó 15 minutos más o menos, no puedo asegurarlo, metido en tales fregaos pierdo la noción del tiempo-.




 Ya todo el pelotón formado y en perfecto orden de marcha nos dirigimos hacia la zona de Cabueñes. Tras pasar la fuente de Isabel II encaramos el primer falso llano de la jornada que fue colocando a cada uno en su sitio y que no hace falta que os diga cual es porque ya lo sabéis todos. Al llegar a la carretera, en vez de tirar hacia Deva, como suele ser habitual, giramos a la izquierda en dirección a la Providencia. Unos cientos de metros más adelante abandonamos la carretera y nos dirigimos por caleyes hacia la zona de Quintes. Segundo repecho de la jornada, un sendero entre bosque, zona húmeda y resbaladiza que nos hizo poner pie a tierra a unos cuantos.




Al final del desnivel un reagrupamiento para poner nuestros corazones a ritmos aceptables y, el mío al menos, sacarlo de la boca y volver a encajarlo en la cavidad torácica, sirvió también para constatar que las cadenas pueden ponerse de varias formas al pasar por el cambio trasero, aunque la recomendable sigue siendo la normal de toda la vida.

Otra demostración de trabajo en equipo para recolocar esa pieza en la bici de Desde´l Picu y descubrirle  a alguno las bondades del “link” (que sirve para unir rápida y limpiamente los dos extremos de la cadena –según nos explicó Manny-  además de para llevarnos a determinadas páginas web).

Continuamos carretera adelante. Al acabar esta, un pronunciado descenso por un camino hormigonado y tapizado de musgo que hacia ponerse los congojos en la garganta, nos llevó hasta la orilla occidental del rio España. Su cauce, infantil aun, no muy grande pero suficiente para mojarse algo más arriba de los tobillos, obligaba a vadearlo de una manera u otra. Cual Moisés ante el mar Rojo me planté al borde del agua invocando a quien quisiera escucharme para que las aguas se separasen a mi paso, alguien a mi espalda me empujó antes de que pudiera ocurrir el milagro y me vi en medio del cauce dando pedales y haciendo equilibrios. Pude llegar al otro lado más mal que bien. Tras de mí, el resto se arremolinaba en la orilla por ser los siguientes en cruzar.
Turonman, Piti, El Sargento, Yerman y Desde´l Picu lograron hacerlo sin mayores problemas.
Pedro escogió mal su trazada y lo pagó con lavado de pies. Manny, de mente fría y calculadora, optó por lo que cualquiera con dos dedos de frente hubiera hecho, cruzar, bici en mano, de piedra en piedra para llegar a la orilla sin una sola humedad en sus extremidades. Corto Maltés quiso imitarle pero un vahído fugaz y traicionero hizo que su pie se posara unos centímetros por debajo del nivel del liquido elemento, este traspiés le convenció de que no debía relegar a su otro pie en el disfrute del frescor del agua. Con decisión fue pisando el fondo del rio,  tal que si de brasas se tratase  las que hubiera bajo sus plantas, hasta incorporarse al resto del grupo.

El sendero continuaba rodeando un paisaje increíble, la Ferrería, una casa rehabilitada y un entorno que parecía un campo de golf por su perfecto césped. Su dueño debe dedicarle mucho tiempo y buen hacer para mantenerlo en condiciones tan llamativas.

El recorrido que seguimos a continuación ya era conocido, el mismo que utilizamos para llegar a la Playa de España en otras ocasiones aunque, esta vez, en sentido contrario.

Llegamos a la carretera de Villaviciosa tomándola en dirección a Gijón, una subida en la que me entregué a fondo para, unos metros antes de llegar a la caleya que debíamos tomar, verme superado por absolutamente todos, creo que venían preparándomelo desde atrás. Acabé pagando el esfuerzo y ya perdí las opciones de ir en cabeza, mi posición natural en circunstancias normales (permitidme esta pequeña falsedad, será mi cobro como escribano).

 Tomamos rumbo hacia el Curbiellu pasando al lado de la casa de los avestruces y, a través de un atajo, gentileza del sargento, que discurre por un sendero  estrecho y muy guapo, llegamos a tal lugar.

Regreso  a Gijón de nuevo por  Cabueñes.  El grupo comenzó a disgregarse, Manny y Yerman por un lado, Piti hacia su casa, y el resto por otro.

En la Guía practicamos un poco el sorteo de obstáculos con tanto coche circulando en dirección al Rastro ¡redios! que estrés, de nuevo en la ciudad. Al cruzar el puente del Piles cogimos a Yerman que iba escapado y ya cada mochuelo a su olivo, unos con mas prisas que otros, citas gastronómicas obligaban.

Y esto fue la mañana de hoy en la que no faltaron las risas que suelen acompañarnos en todas las jornadas.

1 comentario:

  1. Que prosa, que descripciones,que meticulosidad, excelente crónica YLQH, la literatura está desperdiciando un auténtico ilustrado

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