martes, 18 de abril de 2017

EN BUSCA DEL SANTO GRIAL



La Reina Trialera paseaba por los cuidados jardines de su castillo pensando en cómo hacer más grande la leyenda de los Repechinos.
El sol calentaba de lo lindo, y la sed llegó a su boca.

Un criado acudió raudo con una bandeja y una copa dorada llena de Sidrostar para aliviar los deseos de su señora.

La Reina cogió la copa y bebió con calma. Se quedó mirando a la copa y una sonrisa se dibujó en su rostro.

-    ¡¡¡ Llamad a Fray Yeloquehay ¡!!!!

El fraile acudió presto a la llamada real.

-         Padre, tenemos que reunir a los Repechinos para buscar el Santo Grial.

-         Majestad, estamos en Semana Santa. Y son unos días de paz, asueto y descanso en la aldea de los irreductibles Repechinos.

-  ¿Descanso, asueto?, ¿Qué palabras son esas? Nunca las oí a un Repechín. ¿Ocio, cansancio?, ningún Repechín que se precie las tiene en su vocabulario. ¿A quién tenemos por aquí para esta hazaña?
 
-         Tenemos al Caballero  Sir Willy de Montevil,  a Sir Manimanitas, Conde de La Guía y un Cristiano Viejo, el Sargento Playu.

-         ¿Turonmán?

-         No creo que esté, he oído que está buscando a San Genarín.

-         ¿Trasmi?

-         No me consta que esté por aquí.

-         ¿Piti?

-         No sé dónde está.

-         ¿Piraguas?

-         No lo veo hace tiempo.

-         ¿Motorini?

-         No sé. Se lo preguntaré a mis compañeros.

-         ¿El Bekariu?

-         No me consta que siga montando en bici.

-         ¿El Cuerpo?

-         No me acuerdo donde está.

-         Padre, escuchando vuestras respuestas me viene a la mente las del Conde  Iñaki de Urdanpedalín. Menos mal que vos no estáis casado, sinó seguro que también le echaríais la culpa de vuestra mala memoria a vuestra esposa.
 
      -Cometimos el error de que lo juzgara un jurado popular majestad, si lo hubiéramos llevado ante la Santa Inquisición…… el padre Desdelpicu Bocanegra…..,  el resultado del juicio hubiera sido otro.

- Bueno, a lo que vamos, partiréis al alba con los valientes que tengáis y buscareis el Santo Grial.

- ¿En tierra de infieles, majestad?

- No, no tendréis que ir tan lejos. Buscareis en los bosques que nos separan de las provincias Leonesas. Bajad a las cuadras y pedid al encargado, el griego Fotocopix, que os de un carro grande. En él meteréis vuestras monturas, no os vaya a ver alguien por el asfalto.
Sería un desprestigio para los Repechinos verlos poner cuadradas las herraduras de sus monturas caminando por el negro elemento. Pero en cuanto la grava y el barro aparezcan, a comenzar la búsqueda.
 
-Como ordenéis majestad.

La montura de Willy, era un garañón negro, de gran alzada y aunque era una montura joven, ya estaba curtida en buenas batallas. 

Mani, montaba un pony blanco, rápido y ágil donde los hubiera, y que nunca perdía el tranco en las más duras subidas, era de lo mejor de sus cuadras en su fortaleza de La Guía.

El Playu montaba un Asturcón blanco, un ejemplar único, casi un unicornio, el último de una gran raza de caballos salvajes de las montañas del Cerro Santa Catalina.

Y Fray Yeloqueahy montaba una jaca negra, también acostumbrada a las duras marchas y las peleas contra los infieles y que tampoco se amilanaba ante la vista de cualquier montaña.

Al alba, los Repechinos llegaron en el carromato al pueblo de Pola de Lena.



Con los primeros rayos de luz, cogieron sus monturas y atravesaron silenciosos los pueblos de la parte baja del valle.




Enseguida, los árboles cubrieron el cielo y en silencio, los Repechinos comenzaron a registrar todos caminos que subían hacia la montaña.



La ruta elegida para la búsqueda  discurría por los más pindios parajes de la zona.

No quedó un centímetro de cuesta ni trialera sin revisar por los valientes.

La primera zona fue durísima y larga, pero ni un pié a tierra por parte de los Repechinos. Solo un problemilla en una de las herraduras de la Jaca de Yeloqueahy fue lo reseñable.


 
Una vez en lo alto, las vistas dejaron sin palabras a los cuatro Repechinos.




-Yo estuve aquí hace un año justamente y tuve que abandonar cuando la nieve me llegaba a la cintura. (dijo el Playu)

- Yo creo que si estiramos la mano tocaremos el cielo. Dios, creí que esta cuesta no acabaría nunca.(Dijo Willy) 

- ¿Qué camino es aquel que se ve al fondo del valle y que sube hacia la zona de León? (dijo Many)

- Es la Ruta de la Plata (dijo Yeloquehay). Es un camino muy amplio y tiene dos vías, una para subir y otra para bajar. Es tan ancha que podrían subir dos carretas pareadas y bajar otras dos y no se tocarían. En un futuro seguro que será utilizada por todos los que quieran entrar y salir de nuestra querida Asturias en sus vehículos. Lástima que los gobernantes cobren impuestos  por utilizarla. Si esos diezmos repercutieran en el pueblo…… bien cobrados estarían, pero…….
 
La llegada al alto del Urogallo dejó a los cansados participantes con la boca abierta ante tan impresionante paisaje. Verde por un lado, de las grandes praderas que se extendían a sus pies, y el gris de las pétreas montañas de Peña Ubiña.


 
Ni un alma en el camino, solo un par de lugareños en lo alto, que al ver a los Repechinos salieron zumbando.

 A pesar de que ya parecía que estaban en lo más alto, la pista seguía en forma de zona hormigonada, lo que hacía que pensaran nuestros amigos, si los urogallos andarían en tacones por el monte y les hubieran asfaltado la zona para no mancharse los zapatos.



Otro nuevo revés se alzaba antes nuestros amigos. Al principio, se veía un poco de humo, muy a lo lejos, pero pedalada tras pedalada, en un pispas el humo estaba ante los Repechinos. Y como la Ley de Murphy nunca falla, el fuego cogió fuerza en un momento, y las llamas y el humo cruzaban el único camino que había, y que era el que debían seguir nuestros esforzados de la caleya. Y sin pensárselo mucho, allá que van y pasan cual leones de circo por mitad del fuego los Repechinos. La verdad que fue un momento de los de “mariquita el último”, y las monturas, espoleadas a tope por sus jinetes, lanzaban gravilla y piedras hacia atrás sin parar.




-Yo ya veía que pasábamos de sobra. (Dijo Willy)

-Yo tampoco, ¿creéis que me asustaba el crepitar de los matojos ardiendo? (dijo el Playu)

- Yo ya veía que las llamas no nos iban a pillar (dijo Many)

- Yo rezaba por el alma de los pecadores, no por que creyera que nos había llegado nuestra hora (dijo Yeloquehay).

Un poco de pan bazo, unos tragos de cerveza floja (a la sombra de una cabaña uno, y al sol, aprovechando el calor, otros), ayudó a reponer fuerzas para seguir la búsqueda, aunque sin éxito.






El Gamoniteiro, bajo la bandera de la Cristiandad, marcaba el punto más alto de la zona de búsqueda.



Ya no quedaba mucho, solo unas leguas, pero eran nuevamente unas leguas muy muy pindias.

Sin amilanarse y sin pensárselo mucho los enviados y sus monturas atacaron las duras rampas. Largas, muy largas, parecían no tener fin. Un recodo del camino te llevaba a otra rampa y  a otro recodo y a otra rampa y……



 
El Unicornio del Playu subía despacio pero sin pausa, un poco más atrás el pony de Many con paso lento pero firme seguía el camino, y cerrando el grupo, el caballo de guerra de Willy y la jaca de Yeloquehay se mantenían firmes y sin descabalgar a sus jinetes buscaban la cima que se veía cada vez más cerca.







Una vez arriba, toda la cristiandad estaba a sus pies.

No había ya a donde subir y el desánimo llegó a los Repechinos.

-Tranquilos, El Señor proveerá (dijo Yeloquehay)

-Yo recuerdo que aquí cerca estaba el Cuchu Puercu (Dijo el Playu)

-Estamos tardando en subirlo (dijo Willy)

- ¿A que esperamos? ¡¡Vamos que nos vamos ¡!!! (dijo Many)

Una pequeña zona de bajada y una parada para “abrevar” las monturas ( y los jinetes) llevaron a ver ya el fin de la ruta, que estaba, aunque suene raro, abajo, muy abajo, en el valle, donde les esperaba el carromato de Fotocopix y un buenas jarras de fresca y riquísima cerveza fabricada por los frailes de un monasterio cercano.



Pero aún quedaban unas rampas y un par de falsos llanos, que pasaron volando. 

Y así, con una rapidísima bajada (pese a no ser éste el fuerte de los Repechinos, las bajadas), nuestros amigos llegaron al carromato y volvieron a sus hogares.

Fray Yeloquehay fue a dar novedades a la reina Trialera.

-Majestad, no lo hemos conseguido. No nos ha quedado una trialera sin patear ni una cumbre de montaña sin registrar.
 
-No estéis triste Padre. No habéis encontrado el Santo Grial, pero seguro que sigue ahí. Escondido desde tiempos inmemoriales por uno de los primeros Repechinos en un lugar seguro y esperando que lo saquemos a la luz.

-No pudo ser esta vez, pero volveremos a patrullar la caleya y lo encontraremos, estad segura.

- Confío en vos y en los Repechinos.

-Gracias majestad.

Y así acabó esta aventura de los Guardianes Azules de la Caleya. 

Otro día de alegría, y excelente compañía se acababa, pero seguro que ya se estaba planificando otra zona de búsqueda, pero eso os lo contaremos otro día.

Willy