miércoles, 28 de septiembre de 2022

LOS IRREDUCTIBLES REPECHINOS EN LA RUTA DE LA PLATA (Capitulo 3. ¿A Zamora se llegará en una hora?)

Un nuevo día amanecía, los pajarillos cantaban, las flores se abrían para recibir los rayos del sol, las abejas saltaban de flor en flor, y los animalillos se estiraban para comenzar su rutina. Salamanca hervía de actividad, pero no se movía ni una hoja en la pensión de los Repechinos.

Doscientosventevoltix dormía a pierna suelta como si no hubiera mañana, Tiraliniix no había casi ni deshecho la cama, Impresorix sujetaba su libro de cabecera con el que se había dormido, y Amasamichelinix luchaba por desenredarse de las sábanas con las que se había peleado toda la noche y con las que estaba hecho un nudo después de dar mil y una vueltas durante la noche.

Maletainquietix los esperaba a la puerta, rascándose como un perro con pulgas, habían quedado en salir pronto, pero habían pasado las 9, las 9.30, las 9.45, y ya habían quedado atrás las 10 y no había rastro de empezar la ruta pronto.


 

La ruta no parecía ni dura ni difícil. Otro día de sol, llanura, ovejas, alcornoques y mil y un portillas que abrir y cerrar.


 

La primera parada del día no fue para una explicación histórica de Impresorix, ni para una reparación mecánica por parte de Tiraliniix, esta vez Maletainquietix tuvo que parar a ver al druida de uno de los pueblos por los que pasaron, porque tanto sol en la espalda, le había sentado mal y no paraba de rascarse y rascarse la espalda y ya casi no le quedaban ni uñas.

Al final, el druida le puso una “banderilla” de 12 y una crema para el picor (que al final resultó ser un ungüento para fortalecer el pelo), se notaba que el druida había sacado baja nota en el MIR o había hecho el curso de ungüentos y pomadas On Line.

Los kilómetros pasaron pronto, ni una pequeña montaña ni un monte, ni una loma, ni un repechu, los Repechinos llenaban el tiempo charlando de lo humano y lo divino, y poniéndose al dia en las últimas tecnologías y abriendo su propio canal de Youtuvix. Como no podía ser de otra forma, las piernas no les dolían mucho, pero las mandíbulas estaban doloridas de tanto reírse.

 

Tras otra frugal comida preparada por Covadonguix enseguida llegaron a Zamora.

 


Bonita ciudad, muchas iglesias y preciosas vistas sobre el rio hicieron muy entretenida la visita a Zamora.


 

Ayudados por los consejos gastronómicos de Amasamichelinix, fueron nuestros amigos a una conocida posada, que resultó haber cambiado de dueños y los de ahora tenían unas comidas muy raras, higadillos de pollo, callos de cerdo…..

El hambre era mucha, comieron la primera tanda de comida conocida y tras una buena ración de cerveza cambiaron de “parroquia”.

Pero lo que no contaban nuestros amigos era que las posadas en Zamora cerraban muy pronto y ya casi todas estaban limpiando y recogiendo sus enseres, al final, tuvieron que acabar comiendo en un puesto callejero de comidas, donde los pinchos no eran muy grandes, pero siguiendo las indicaciones de Amasamichelix, da igual un pincho grande o siete pequeños. Así que tras casi dejar el puesto sin existencias, nuestros amigos volvieron con los estómagos llenos a sus camas a descansar y a preparar la ruta del día siguiente.

Tábara era la meta final, pero parecía que la etapa sería dura.

El mercurio atacaba desde primeras horas y aunque nuestros amigos recorrerían muchos tramos cerca del rio Esla, el calor parecía que subía desde el suelo como fuego.

 


La etapa de hoy fue un poco triste.

Unos días antes de llegar, el fuego había atacado con fuerza los montes y tierras agrícolas de la zona de la Sierra de la Culebra, y aunque la zona quemada , al principio se veía lejos, después, sin casi darse cuenta, los Repechinos estaban en medio de la zona quemada.


 

Maletainquietix pensaba en los venados y jabalíes que había en esa zona, e Impresorix, Amasamichelinix, Tiraliniix y Doscientosventevoltix pensaban en los chorizos y picadillo y carne de caza perdidas.

La tristeza se apoderó de los corazones de nuestros amigos al pasar por algunos pueblos asolados por el fuego. No vimos casas quemadas, pero el fuego había llegado justo a los patios traseros de algunas casas, (entre ellas uno de los albergues donde sellaron sus credenciales) y en otros sitios, el fuego había atravesado el pueblo por zonas de pastos. Muy triste la visión, mucha pena y la idea de que aquello tardaría mucho tiempo en volver a ser lo que era.

El calor seguía castigando duramente a los Repechinos, que retardaban la marcha cuando pasaban bajo alguna zona de aspersores de riego, aprovechando a darse una ducha gratuita y fresca, lástima que la sensación de frescura durara cuatro pedaladas.

 



La ruta se dirigía al Norte, pero en un pequeño pueblo, Impresorix nos indicó que teníamos que coger el Camino Sanabrés, así que giraríamos a la izquierda, en dirección a Orense o a Astorga.

Pero como siempre, “los caminos del Señor son insondables”, y allí que van los Repechinos unos cuantos kilómetros camino de Portugal.

¿Llegarían los Repechinos a su meta?.

 Cosa difícil de saber, porque ya se sabe:

 “Una ruta de un Repechín,

Se sabe donde comienza,

Pero no donde tiene el fin”.

Y por fin, tras varios kilómetros entre pistas y pequeñas carreteras rodeadas por todos los sitios de vegetación quemada, árboles calcinados y postes de la luz reducidos a cenizas, nuestros amigos llegaron a Tábara.


 

Otra jornada concluida y otra muesca más en las sandalias de los Repechinos, que lo celebraron quitando el polvo de camino acumulado en sus gargantas con un par de cosechas de cerveza y una degustación gastronómica de todas las viandas típicas de la zona que llevaron los parabienes de Amasamichelinix y que casi hacen olvidar la pasada cena en Zamora.

Y por fin amaneció el día. Ya solo les quedaba una jornada de ruta para conseguir su meta. Los Repechinos estaban exultantes.

Ninguno había hecho una ruta tan larga ni de tantos días seguidos rodando.

Impresorix iba pensando que esta vez si lo había conseguido, no había habido accidentes y aunque en algún momento la idea de abandonar rondó su cabeza, ya llegaría al final fuera como fuera, Tiraliniix estaba encantado con la ruta y la catalogaba como la mejor aventura del año, Doscientosventevoltix estaba pletórico por no haber roto nada y no haber tenido averías, Amasamichelinix pensaba lo bien que había comido en toda la ruta, sobre todo las viandas preparadas por Covadonguix, aunque también había pasado algo de miedo el dia que pensaba en cenar ensalada o el de comer higadillos de pollo, por su parte Maletainquietix flipaba por haber llegado al final de la odisea que se habían planteado.

Así, la ruta empezó con alegría, y alguna cuesta que otra había, lástima que todos los metros de desnivel del camino se hacían subiendo y bajando las cuestas para salvar las vías del tren. Zona llana, rectas de varios kilómetros, y a cruzar al otro lado de la vía, subida, bajada por el otro lado, y otra vez a bordear un trigal de varios kilómetros de largo.

El paisaje, como para querer dejar a nuestros amigos con buen sabor de boca en su fin de ruta, era espectacular, el mejor de toda la ruta, la zona bordeaba y acompañaba el curso del Río Tera, lástima que seguían pasando por zonas atacadas por el fuego, pero también volvieron a ver el paisaje verde de los maizales que recordaban las huertas de su aldea en Astúrica.


Para alegrar su ruta, una familia de jabalíes que se revolcaba en su baño diario de polvo, salió corriendo al paso de nuestros amigos y les recordó a los cerdos de las grandes dehesas que vieron por Extremadura y que al igual que en la mente del Tío Gilito, solo se veían billetes y monedas, Amasamichelinix, solo veía correr jamones y lacones y riestras de chorizos y buenos trozos de lomo y panceta en abundancia cruzando el camino y adentrándose en el bosque.

Cuando la meta ya casi se podía oler, hubo un momento complicado, Impresorix empezó a tener pinchazos muy dolorosos en sus piernas y Tiralíniix se resentía de su dolor en la ingle que casi le impedía pedalear , y por si esto fuera poco, los picores de Maletainquietix volvían a atacar con fuerza y los micro pinchazos musculares de Doscientosventevoltix volvieron a hacer acto de presencia.

Amasamichelinix vio peligrar la espectacular cena de fin de ruta, así que puso a todos firmes al lado de sus bicicletas y uno a uno, empezó con ungüento de pelo de rana a uno, cataplasma de excremento de cabra con maíz tostado a otro, tisana de diente de león con orugas salteadas para otro, y en un pispas estaban todos pedaleando camino de Puebla de Sanabria.

Y al fin, la vista de la ciudad amurallada apareció ante ellos, en un alto, toda de piedra. Atrás habían quedado sendas polvorientas, temperaturas en los 40º, miles de portillas, alcornocales, piaras de cerdos pata negra, venados, jabalíes, rebaños de cientos de ovejas, ríos, embalses, zonas arrasadas por el fuego…… tantas y tantas cosas, y ya solo les quedaba una pequeña subida hasta la zona alta del pueblo, desde donde se divisaba parte de la ruta del día. 


Fue un gran momento, no había dolores, ni cansancio ni hambre (bueno, Amasamichelinix, como siempre ya pensaba en la cena), ni sed, nada, solo alegría una sonrisa de oreja a oreja en la cara de nuestros amigos, y más cuando los ánimos y los aplausos de unos lugareños hicieron sentirse a nuestros amigos como unos auténticos héroes de la bicicleta (alguno hasta se puso de pie y esprintó los últimos metros).


 

Y así acabaron los Repechinos su aventura, junto al castillo, con vistas al rio y celebrando una cena que tardará en ser olvidada por los camareros y cocineros de la posada donde celebraron nuestros amigos el fin de su odisea.

y entonando su grito de guerra pusieron broche de oro a una nueva aventura:

“¿QUÉ SOMOS?

¡¡¡¡¡REPECHINOS!!!!

¿POR DONDE PEDALEAMOS?

¡¡¡¡¡POR LOS CAMINOS!!!!!

¿Y NUESTRA SANGRE NOS LA ALTERA…….?

¡¡¡¡¡ UNA BUENA TRIALERA!!!!!

  WILLY

jueves, 28 de julio de 2022

LOS IRREDUCTIBLES REPECHINOS EN LA RUTA DE LA PLATA (Capitulo 2. En la Extremadura dura, dura)

 

Las leguas iban pasando poco a poco. El sol atacaba fuerte a nuestros amigos los Repechinos y el agua empezaba a escasear. Los termómetros empezaban a llegar a los 38º y Amasamichelinix solo pensaba acelerar más y más la ruta con tal de llegar primero a la hora de comer. Los únicos seres vivos que nuestros amigos se encontraban en su camino eran buitres y ovejas. Las ovejas se resguardaban del sol como podían bajo las jaras y no quedaba un centímetro de su lana bajo el sol. Impresorix empezaba a dudar si su ruta era la correcta, Tiralinix era el único que parecía mantener la cordura y Maletainquietix empezaba a delirar viendo que los gepesinix marcaban ya los 39º.


 

En un momento el suelo parecía abrirse y salir de él toda la fuerza de los dioses del Averno y con ella el fuego del infierno que azotaba las ruedas de nuestros amigos derritiendo los tacos de goma. Doscientosventevoltix pareció quedar poseído por los dioses o por los cantos de sirenas, y montado en su bicicleta empezó una persecución a un grupo de ovejas que sesteaba tranquilamente a la sombra de una encina centenaria, imitando al famoso Don Quijotix y al grito de “¡¡¡ FUERA DE AQUÍ MALDITOS AMPERIOS, DEJADME TRANQUILO QUE ESTOY DE VACACIONES!!!”

Empezó a perseguir al rebaño.

Atento al quite cual buen torero, Tiraliniix le gritaba: “Doscientoventevoltix, que no son amperios, que son ovejas ¡!!!”

Pero ciego de ira y calor, Doscientosventevoltix no escuchaba y seguía pedaleando como un loco tras las ovejas, que rodeaban el árbol asustadas, pero sin perder la sombra que les proporcionaba.

“¡¡¡¡Malditos hijos de los Ohmios, ojalá vayáis al infierno de los Culombios, acabaré con vosotros, aunque sea lo último que haga en esta vida!!!!!”

Maletainquietix miraba la escena como viendo algo en una dimensión paralela, pero sin inmutarse, hacía ya tiempo que los mercurios rozaban los 40º y su neurona estaba más inoperativa de lo habitual.

Impresorix negaba con la cabeza, sabedor de qué, si no salían de aquel horno rápido, la cordura del grupo corría peligro (si en algún momento la habían tenido).

Como Tiraliniix era el único mas o menos centrado, tuvo la idea de decir a Amasamichelinix :

“Oye, como no nos vayamos pronto de aquí, Covadonguix no nos va a esperar con la comida y tendremos que llegar a Rio Canislupus repartiéndonos 4 barritas que tenemos y alimentándonos de alguna baya comestible y de espárragos silvestres que encontremos por el camino”.

“¿COMO YE OH?” ¡¡¡¡¡CAGUNMIMANTO GUAJE DEJA LES OVEYES EN PAZ Y VAMOS A COMER, PORQUE SINO VOY DATE UN CASTAÑAZU QUE VAMOS MORRER TODOS, TU DEL CASTAÑAZU Y LOS DEMÁS DE LA ONDA EXPANSIVA”

¡¡¡¡ TIRAR DELANTE DE MI Y SIN MIRAR PA´TRÁS!!!!

¡¡¡¡¿QUEDAR YO SIN COMER?... ¡¡¡LO QUEME FALTABA!!!”

A pocas millas de allí, Covadonguix hacía recuento de los víveres y se empezaba a preocupar. Los kilómetros pasaban poco a poco, pero las suspensiones del carromato empezaban a ir mas libres, pues en cada parada para comer y beber, los Repechinos comían más que una lima nueva, y bebían como camellos que fueran a cruzar el desierto. No quedaba otra que rellenar de provisiones en los mercados de los pueblos por los que pasaran, porque el miedo recorría su mente imaginando a Amasamichelinix llegando a comer y solo pudiendo darle unos guisantes y una ensalada de lechuga y alcaparras.

La temperatura fue bajando poco a poco y nuestros amigos atravesando llanuras y llanuras y cantando la canción de Josepus de Esproncedix “Viento en popa a toda vela, no corta el mar; sino vuela, el velero Repechín” (verso que se haría famoso tras la ruta y se estudiaría en las clases de literatura de futuros estudiantes).


 

La comida fue en los restos de la ciudad de Cáparra, donde se refugiaron nuestros amigos en la zona de balneario y con el fresco de la sombra del lugar y las explicaciones de Tiraliniix sobre la arquitectura de la ciudad Impresorix quedó dormido y casi se pierde la comida.



 

La llegada al campamento de River Canis Lupus fue tranquila, y lo mejor la piscina en que los Repechinos estuvieron remojándose toda la tarde.

 


Al día siguiente la ruta les llevaba por el pueblo amurallado de Galisteo, el cual, Impresorix pensaba que era del que habían salido sus antepasados para conquistar Gallaecia, pero no era así.


 


 

Las montañas eran un espejismo que se divisaba a cientos de kilómetros. El calor seguía derritiendo seseras y la ruta transcurría siempre por estrechos caminos entre encinas y alcornoques recién despojados de su capa de corcho para sellar los barriles de sidra que nuestros amigos disfrutaban en su aldea natal.


 

Amasamichelinix, como siempre, iba el primero para acelerar la marcha ante la idea de llegar primero a comer, y casi le cambian el nombre por el de “Serenix”, porque estaba abriendo y cerrando las ciento y una portillas que había delimitando……no se que delimitaban, porque estaban en mitad de ningún sitio y no se veía ningún animal que pudiera salir de una finca y entrar en otra.


 

En una de estas portillas y azuzado por las prisas del Serenix, Tiraliniix, hizo “hojaplaning” y perdió la rueda delantera de su bici aterrizando con sus huesos en la tierra, sin más problemas que su orgullo herido.

Tras intentar beber en una fuente de la ruta, y ver que el agua estaba más caliente que la sopa de marisco de la cena de la Mañanabuena, preguntando a los lugareños por un lugar donde remojarse el gaznate, llegaron nuestros amigos a una fonda con buena y fría crema fermentada de lúpulo, que Maletainquietix y Doscientosventevoltix bebieron como si no hubiera un mañana. Por su parte, Tiraliniix, Impresorix y Amasamichelinix entablaron conversación con un lugareño que no hacía más que decir…” Calzada de Béjar es un pueblo chiquinino” y “yo tengo una bici también, pero yo ando por carretera” y venga a repetir una y otra vez lo mismo ….. si no oí veinte veces “chiquinino” y “yo tengo también una bicicleta, pero de carretera”, no lo oí ninguna.

Tras unos ultimo kilómetros llegaron nuestros amigos a Montemayorus, donde se hidrataron con un par de barriles de Poción Mágica que les había preparado Covadonguix, porque los últimos kilómetros de la ruta, discurrían por el empedrado de la antigua calzada romana, y para desgracia eran en subida, ¡¡¡y con escalones ¡!!!!!!.

La fonda que tenían reservada en Calzada de Bejar, tenía buena pinta, pero el problema fue la comida, el único bar del pueblo no tenía restaurante y la única comida era unas tapas, aceitunas y algo de jamón y ensalada.


 

Amasamichelinix gritaba:

“¡¡¡¡¡VAMOS A MORIR TODOS!!!

¡¡¡¡¡TANTO LUCHAR POR LAS CALEYAS DEL MUNDO Y VAMOS A MORIR EN UNA LLANURA Y ENCIMA DE INANICIÓN…… COMER LECHUGA…!!!!!

¡¡¡¡SI YA LO DICE EL REFRÁN DE CIMAVILLA…

 “¡¡¡¡DONDE FOLLA EL GRILLO, COME POQUILLO!!!!”

Menos mal que tras una negociación de Covadonguix, con la posadera, la comida fue una suculenta olla de macarrones con bonito, embutidos y jamón como para una boda. Así, Amasamichelinix pudo dormir tranquilo y con el estómago lleno.

La noche transcurrió tranquila y al día siguiente, los Repechinos comenzaron su andadura con buen ánimo.

La ruta era más llana de lo habitual que hacía que los piñones pequeños estuvieran más afilados que la cuchilla de un Ninja de tanto usarlos y los “SAN 50” tuvieran ya telarañas debido a su nulo uso en toda la ruta.


 

Pero como si de un espejismo se tratara, y ya cansados de mirar a su rueda delantera, en un momento que nuestros amigos levantaron la vista, vieron ante sí, lo que les pareció una montaña. Los cinco pararon atónitos, incapaces de creerse lo que veían y diciéndose unos a otros ……” ¿será verdad? ¿habrá ahí un monte o será un espejismo?”.

Amasamichelinix, babeaba mirando la montaña, Tiraliniix, se frotaba los ojos, Doscientosventevoltix salió como una bala haciendo un caballito, Impresorix miraba y remiraba el gepesin para ver si estaban en la ruta correcta y Maletainquietix se rascaba el cogote pensando…” con lo bien que íbamos por lo llano, que necesidad habrá de subir allá arriba, si no vamos a ver nada, solo llanuras por todos los sitios “

Pues tuvieron suerte, bueno, relativa. La subida, sí que estaba allí, pero era laaaaaaarga y durilla, y los 39º no ayudaban mucho, y la falta de la más mínima sombra daba la puntilla.

Impresorix y Maletainquietix juraban y perjuraban en arameo, pero con la boca cerrada, porque una inmensa nube de moscas los acompañaba durante la subida y debía de ser todas adictas al agua salada del sudor.

Maletainquietix decía “vaya, pues si que están en forma estas jodidas, por más que acelero, mas aceleran ellas y siguen atacándome como posesas”

A lo que Impresorix decía “yo no creo que coma hoy nada, pues ya debo tener en el estómago al menos medio kilo de carne de estas jodidas”.

Tras una subida que les llevó como siempre a unos molinos de viento que Doscientosventevoltix miraba de reojo, empezó una bajada mas destrozada y rota que la cara de un rival de Conorix McGregor.


 

Mal que bien, Maletainquietix llegó al valle, Amasamichelinix y Doscientosventevoltix llegaron también, y Tiraliniix no acababa de llegar, lo que empezó a intranquilizar a los Repechinos, pero al charlar y decir que había que volver a subir la cuesta a buscar a Tiraliniix, nadie parecía estar por la labor, y el que no se puso a la sombra, miró el gepesín, el que no, revisaba la presión de las ruedas y el otro miraba al cielo en busca de algún buitre merodeando al posible cadáver, pero como no había ninguno, esperaban que Tiraliniix se hubiera parado a charlar con un peregrino que estaba descansando en mitad de la subida bajo una buena encina.

El que más y el que menos, había apretado los dientes y gastado más frenos que en toda la ruta anterior, y entonces aparece otro ciclista en una gravel, dejando a todos estupefactos y preguntándose como podía haber bajado aquella destrozada cuesta con aquel manillar y en aquella posición, sin haberse dejado media docena de dientes en el descenso.

Después, ya la rutina habitual, llanura y piñón pequeño y ……a rodar……

De pronto, al salir de unos árboles, se divisó la silueta de la ciudad de Salamanca a lo lejos, y la imagen maravilló a los Repechinos. Y ya no perderían de vista su meta hasta el final del camino. La ciudad se iba acercando y haciendo cada vez mayor, y flipando con aquella vista, no se dieron cuenta que la llanura seguía y así la llegada se les hizo más corta.


 

Bueno, corta sí, pero rápida no, porque ya se sabe que, si hay cinco Repechinos reunidos, hay seis ingenieros en potencia, y así estuvieron deliberando más de media hora para hacerse una foto de grupo con la ciudad al fondo.


 

-(Maletainquietix): “¿porqué no apoyáis el móvil en una piedra?”

-(Impresorix):” yo creo que mejor ponerlo sujeto por dos cascos”

-(Doscientosventevoltix)” Mejor poner mas de 7 segundo de temporizador por si no da tiempo a ponerse en grupo”

-(Tiraliniix)” Yo creo que poniéndonos de lado sale mejor el fondo de la foto”

Y así, bla bla bla…. El tiempo pasaba y la foto sin hacer.

Por fin, la foto se hizo y la posada junto al Puente Romano de Salamanca fue el merecido punto final a la ruta del día.


 

Al llegar, Amasamichelinix tuvo mucho trabajo antes de poder ir de visita cultural y a cenar.

Doscientosventevoltix se quejaba de micro roturas musculares. Tiraliniix de la caída del día anterior. Impresorix del dolor al hacer los estiramientos. Y Maletainquietix tenía una fuerte erupción en la espalda debido al sudor y a la mochila, total, que no se sabía si era una excursión de Repechinos o un viaje del Imserso.

Y así, tras la sesión de baño y masaje, tocó visita cultural por la ciudad de Salamanca.

Allí Impresorix, que había hecho los deberes estudiando la historia y los edificios singulares de la ciudad, les hizo de guía, y la verdad es que los Repechinos fliparon de las explicaciones, (un astronauta por aquí, una tortuga por allá) y la opinión generalizada fue que el dinero que se había gastado la aldea repechina en mandar a Impresorix a estudiar a Gallaecia, había merecido la pena y había sido un dinero bien invertido.




 

Y al final, para rematar el dia y para deleite de Amasamichelinix, Impresorix les llevó a una fonda famosa en toda la urbe, donde no dejaron ni rastro de las bandejas con el jamón de la patita negra, ni de los farinatos y mucho menos de las que tenían las famosas “meneás”. Y del zumo de lúpulo fermentado, mejor no hablar, los barriles vacíos rodaban calle abajo como si fueran los toros en los encierros de San Ferminix.

Fin de la visita, fin de la comida y a la posada a descansar, que la ruta les esperaba al amanecer del día siguiente. (bueno, al amanecer amanecer…. no, porque no había día en que salieran antes de las 10 de la mañana. No se sabía si era porque no dormían por los silbidos de Doscientosventevoltix, si era por la luz que encendía Impresorix para leer de madrugada las rutas del día siguiente, o si era por el ruido de las tripas de Amasamichelinix saboreando ya el próximo desayuno).

Y así, con el estómago bien lleno y tras echarse unas buenas risas, nuestros amigos se dirigieron a la posada a descansar, que la etapa del día siguiente les llevaría hasta Zamora. ¿Llegarían nuestros amigos en una hora?, nunca se sabe, un Repechín es capaz de todo.

 WILLY