VIERNES
Por fin llegó el viernes y empezamos
los últimos preparativos para laII Edición de la Ribeira Sacra.
Con un día lluvioso y gris nos
reunimos en el parking del Eroski para embarcar nuestras bicis en las furgonetas
y así tener trabajo adelantado para el día siguiente.
Como era de esperar, Yeloquehay
colocaba con mucho cuidado las bicis y las forraba para que no se rayaran. El
resto de los Repechinos miraba con las manos en los bolsos, y el que las tenía
fuera, era para sujetar el paraguas.
Repartimos las plazas en los coches, y faltaba una. Enseguida se decidió que el que quedaba fuera sería Barrancas ( que no había ido a “colaborar” en el empaquetado de las bicis) , así que recogimos unos cartones en un contenedor cercano y los pusimos en la parte de atrás de la furgoneta para que Oscarín fuera “cómodo”. Pusimos agua en el cazuelo del rottweiler de Pedro y una eslinga para amarrarlo y así nuestro compañero iría “en primera clase” hasta Galicia.
Repartimos las plazas en los coches, y faltaba una. Enseguida se decidió que el que quedaba fuera sería Barrancas ( que no había ido a “colaborar” en el empaquetado de las bicis) , así que recogimos unos cartones en un contenedor cercano y los pusimos en la parte de atrás de la furgoneta para que Oscarín fuera “cómodo”. Pusimos agua en el cazuelo del rottweiler de Pedro y una eslinga para amarrarlo y así nuestro compañero iría “en primera clase” hasta Galicia.
Como había mucho trabajo, poco a
poco, todos nos fuimos escaqueando y desapareciendo del parking.
Al final, el último tuvo que aparcar
la furgoneta en el garaje de Manny y así el trabajo quedó “repartido”.
SABADO
Desperté a las 6 de la mañana (no
creí que mi reloj tuviera esa hora), más nervioso que un niño el día de Reyes.
No me quería volver a dormir, por si el despertador fallaba y mis compañeros se
marchaban sin mí.
Había llegado el día que tanto
esperábamos, ¡¡¡¡ Nos vamos para la Ribera Sacra ¡!!!
A las 8 nos reunimos Yeloqehay, El
Sargento Playu, Turonman, Desdelpicu, Corto Maltés, Barrancas, Piti, Peter Stone, Kike con K,
Yerman, Mani, Janjun y yo (Willy).
Embarcamos en los coches y a la
carretera.
Nuestra primera parada, Mondoñedo,
donde desayunamos (Fermín llegó al borde de la inanición, porque llevaba más
de dos horas sin comer nada).
Todos estábamos muy contentos, menos
Turonman, que creyó que había perdido su teléfono móvil.
Nos reíamos al verlo poner el coche patas arriba, y dando vueltas sin parar tocándose los bolsos y mirando a todos lados. Al final, Kike no aguantó la presión de ver el sufrimiento de nuestro amigo y “cantó” quien había encontrado el móvil.
Una vez en Monforte de Lemos, estiramos un poco las piernas, visitando el castillo, y tras pasar por delante de una de las “chabolas” de la Duquesa de Alba, nos fuimos a comer.
Nos reíamos al verlo poner el coche patas arriba, y dando vueltas sin parar tocándose los bolsos y mirando a todos lados. Al final, Kike no aguantó la presión de ver el sufrimiento de nuestro amigo y “cantó” quien había encontrado el móvil.
Una vez en Monforte de Lemos, estiramos un poco las piernas, visitando el castillo, y tras pasar por delante de una de las “chabolas” de la Duquesa de Alba, nos fuimos a comer.
Unas raciones de pulpo, y unos
platos combinados regados con vino de la zona y unas jarras de cerveza
sirvieron para que “matáramos el gusanillo”.
No era el momento de ponernos “hasta las orejas”, en breves momentos deberíamos coger nuestras bicis y con la panza llena, no se rueda muy bien.
No era el momento de ponernos “hasta las orejas”, en breves momentos deberíamos coger nuestras bicis y con la panza llena, no se rueda muy bien.
Nos dirigimos al pueblo a donde nos
llevaba Yeloquehay, Bulso. Descargamos las bicis, nos pusimos el uniforme de
Repechinos, y nos dirigimos al monte.
Frente a la casa de nuestro anfitrión, ya empezamos a disfrutar de las caleyas gallegas. A los pocos metros, un tropezón del líder, hace que el cambio de su bici tope con una piedra, resultado, avería gorda.
Intentos baldíos por parte de los profesionales mecánicos repechineros se sucedieron para subsanar la avería, pero tras un rato largo, Yeloqu´hay, Janjun y Turonman, tuvieron que volver a la casa para cambiar una pieza a la bici y seguir la ruta .
Frente a la casa de nuestro anfitrión, ya empezamos a disfrutar de las caleyas gallegas. A los pocos metros, un tropezón del líder, hace que el cambio de su bici tope con una piedra, resultado, avería gorda.
Intentos baldíos por parte de los profesionales mecánicos repechineros se sucedieron para subsanar la avería, pero tras un rato largo, Yeloqu´hay, Janjun y Turonman, tuvieron que volver a la casa para cambiar una pieza a la bici y seguir la ruta .
El resto del grupo, seguimos por un
estrecho camino con muchas piedras donde tuvimos que echar mano de lo mejor de
nuestra técnica para no poner mucho pié a tierra. Al final, estaba el santuario
de Cadeiras y el cercano balcón-mirador
desde el que podíamos ver unas de las primeras vistas del río y sus alrededores
espectaculares.
Pronto llegaron nuestros compañeros, fotos de rigor, y a seguir la ruta, que el tiempo se nos echaba encima.
El siguiente tramo de la ruta discurría por entre los famosos bancales donde se cultivan las uvas que dan el famoso vino de la Ribeira Sacra. Mucha gente recogiendo uva, pero este año nadie nos ofreció trabajo.
Un pequeño falso llano nos llevó por los estrechos caminos, hasta el segundo mirador de la ruta, el mirador de Amandi.
En cuanto abandonas la zona orientada al sol, donde están los viñedos, ya entras en el bosque, y allí los caminos se hacen más duros, más técnicos, y con más escayos y pinchos, solo nos faltaba el barro para ser los ideales de los Repechinos. Subimos, bajamos, atravesamos bosques preciosos, con unos castaños centenarios, y sin darnos cuenta, ya eran casi las 7 y media y la noche se acercaba.
En el último reagrupamiento, tuvimos una mala noticia, Corto Maltés, había caído y venía bastante dolorido. Como la Ley de Murphy nunca falla, pues para llegar al asfalto, teníamos una zona de muchísimas piedras sueltas, que era lo que más dolor le producía a nuestro compañero.
Haciendo de tripas corazón, llegó hasta la zona de asfalto , y una vez todos reunidos, decidimos acortar un poco la ruta y volver rápido a casa antes de que la luz del sol nos dejara de iluminar el camino.
Piti, Yerman, Peter, Kike con K, Janjun y yo, nos fuimos al hotel que teníamos reservado para alojarnos. Llegamos de noche, y la verdad es que ya en la primera impresión, nos dejó un poco….acojonadillos : una armadura nos daba la bienvenida, muebles y tapices antiquísimos, parecía que estábamos en otra época, pero como teníamos mucha hambre, nos duchamos, y a buscar a nuestros compañeros para volver a Monforte a “mover la mandíbula”.
Pronto llegaron nuestros compañeros, fotos de rigor, y a seguir la ruta, que el tiempo se nos echaba encima.
El siguiente tramo de la ruta discurría por entre los famosos bancales donde se cultivan las uvas que dan el famoso vino de la Ribeira Sacra. Mucha gente recogiendo uva, pero este año nadie nos ofreció trabajo.
Un pequeño falso llano nos llevó por los estrechos caminos, hasta el segundo mirador de la ruta, el mirador de Amandi.
En cuanto abandonas la zona orientada al sol, donde están los viñedos, ya entras en el bosque, y allí los caminos se hacen más duros, más técnicos, y con más escayos y pinchos, solo nos faltaba el barro para ser los ideales de los Repechinos. Subimos, bajamos, atravesamos bosques preciosos, con unos castaños centenarios, y sin darnos cuenta, ya eran casi las 7 y media y la noche se acercaba.
En el último reagrupamiento, tuvimos una mala noticia, Corto Maltés, había caído y venía bastante dolorido. Como la Ley de Murphy nunca falla, pues para llegar al asfalto, teníamos una zona de muchísimas piedras sueltas, que era lo que más dolor le producía a nuestro compañero.
Haciendo de tripas corazón, llegó hasta la zona de asfalto , y una vez todos reunidos, decidimos acortar un poco la ruta y volver rápido a casa antes de que la luz del sol nos dejara de iluminar el camino.
Piti, Yerman, Peter, Kike con K, Janjun y yo, nos fuimos al hotel que teníamos reservado para alojarnos. Llegamos de noche, y la verdad es que ya en la primera impresión, nos dejó un poco….acojonadillos : una armadura nos daba la bienvenida, muebles y tapices antiquísimos, parecía que estábamos en otra época, pero como teníamos mucha hambre, nos duchamos, y a buscar a nuestros compañeros para volver a Monforte a “mover la mandíbula”.
De la cena, poco que decir, unos
chipirones y pulpo de entrada, bacalao y churrasco a discreción, acompañados de
buen vino para continuar , y para rematar, unos postres para quitar el sentido
y unos licores típicos de la zona. O sea, una cena sencilla y sin excesos
¿verdad Sargento?
Como buenos deportistas, nos fuimos
a casa pronto, porque entre unas cosas y otras, el tiempo para descansar se
estaba acortando a pasos agigantados.
El reloj sonaría a las 8 para
desayunar todos juntos en casa de Yeloq´hay.
Continuará……………..
WILLY
Y todavía faltan 360 días para la próxima edición. No sé si podré aguantar.
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