La ruta de la sorpresa

Cronista, hoy ante la ausencia de los cronistas oficiales soy cronista, como el personaje que inmortaliza las aventuras de Kvothe en "El Nombre del Viento". Cronista. Y ya que me puedo permitir el lujo, empezaré por la mañana del sábado, cuando me acerqué a la zona de bloques de la punta Lequerica para asistir al proceso creativo de estos jóvenes artistas que acabarán dejando en mal lugar los famosos cubos que pintó Ibarrola en Llanes. 

Mientras el fotografo madrileño Javier Bejarano, que estos días expone en la Casa de Cultura de Avilés su colección  "Last Show",  buscaba los cubos que mejor se ajustaran a sus imágenes, David, que firma con nombre y apellidos porque para eso es un artista pintaba sobre uno de ellos un retrato de Dorothy extraido de un fotograma de "El Mago de Oz" . Al lado un Frankenstein del Sr. X, que a me recuerda a Lou Reed.

He empezado por el sábado porque el domingo madrugué un poco más para ver el resultado final antes de aparecer por Pelayo.

Gijón es una galería de arte, no hay más que ver el amanecer.

Como siempre a las nueve en Pelayo, el más madrugador fue Rubiera que ya estaba allí cuando yo seguí hasta el final del muelle. Además, Pedro y Marcos con sus 29", el Sargento, Cortés y Milín que venía con un amigo, Adrián.

En la glorieta de la Coría esperaba el resto del personal: Carlos, Kike,Jandrín y Janjun, que por problemas tecnicos no salía con su nueva Specialized.

Nos pusimos en dirección a Granda y Piti se unió al grupo cuando continuamos en dirección a Llantones. Y estábamos bajo la vía verde de la Camocha cuando Marcos se fijo que el amortiguador trasero de Kike no tenía recorrido. La recomendación sabia de Milín fue que diera la vuelta, en lo que supongo habrá sido una de las salidas más cortas del bueno de Kike.

Ya llevábamos demasiado asfalto y al sargento le estaba saliendo la típica urticaria, así que giro a la izquierda para acometer esa subida por pista que lleva en un santiamen al alto de Huerces. Un buen test para ver que no estábamos mal de fuerzas.

Cortés

Janjun

 

 Y Rubi, que está como un cañón.

De Huerces salimos al Alto de La Madera, ahí teníamos la baja de Jandrín que consideró que ya había tenido bastante después de dos meses en el dique seco y la incorporación de Pedro y presentación en sociedad de sus nuevos platos rotor.

Nos reagrupamos en La Peral y seguimos la pista hasta el final del valle para ascender después por el bosque de Muñó.

Buena subida a través del pinar de Muñó. El día estaba fabuloso para la bici y Rubiera que lo dio todo dejó algunos cadáveres en el camino.

 

Salida de Muño en dirección a Les Cabañes y a la altura de la vieja nave de Octavio Villa cogemos en descenso la pista hormigonada que normalmente subimos. Descenso rápido y a la salida, giro a la izquierda para remontar hacia el Picu´l Sol. En este punto incomprensiblemente perdimos a Rubiera que no sabemos si hizo un cocorico o un barranqueison, pero siguió bajando hasta Lavandera.

Las salidas a veces se parecen a la novela de Agatha Christie, Diez Negritos, no se sabe como ni cuando pero van cayendo.

Nosotros dejamos el Picu a la derecha y descendimos como cohetes, sobre todo Janjun y el Sargento, a través de la ocalitera en dirección a Huerces. Tomamos también en descenso la caleyina y el tunel que acostumbramos a subir, y esta vez giramos a nuestra derecha para subir el último repecho antes de llegar a La Camocha y a La Tahona de Vega, que no hay recompensa sin esfuerzo.

Ya en la Tahona dando cuenta de los bollinos preñaos con los que nos obsequió el Sargento, que es un fenómeno, antes de salir desperdigados en todas las direcciones.


Sin que sirva de precedente la crónica es de Jose Luis, Desdelpicu.