Casi recién salido de la ducha me pongo a escribir esta crónica. La salida de hoy fue tan breve que tengo miedo que se me olvide.
Las multitudinarias reuniones de los domingos en Pelayo tuvieron hoy su contrapunto, tan solo cuatro acudimos a la cita habitual, Transmisiones, Turonman, Peter Stone y el que aquí escribe, Ylqh.
El día ya se anunciaba con grandes posibilidades de ser pasado por agua, de hecho una ligerísima llovizna caía a las 9 de la mañana en la Plaza del Marqués. En petit comité decidimos dirigirnos hacia Candás, si comenzaba a llover fuerte teníamos mas sitios donde cobijarnos y la vuelta podía ser rápida.
El día ya se anunciaba con grandes posibilidades de ser pasado por agua, de hecho una ligerísima llovizna caía a las 9 de la mañana en la Plaza del Marqués. En petit comité decidimos dirigirnos hacia Candás, si comenzaba a llover fuerte teníamos mas sitios donde cobijarnos y la vuelta podía ser rápida.
En un pispas llegamos a la zona de Jove, desde ahí y en un par de falsos llanos alcanzamos la carretera que va a la Campa. La zona de Aboño era nuestro siguiente punto de paso que alcanzamos bajando por la trialera de siempre, los chubasqueros que traíamos desde la salida ya sobraban llegados a este punto, había dejado de llover y nuestro cuerpo empezaba a acumular calor con tanto abrigo y tras ligeros esfuerzos.
Nos encaminamos hacia Xivares subiendo el alto de Aboño. La senda del Tranqueru nos llevó hasta Perlora conversando sobre el antiguo tren, “el Carreño”, que transitaba hace años asomado a aquellos acantilados. De unos vagones derivó el coloquio hacia otros, los de la mina, sobre los que Turonman nos ilustraba de cómo eran arrastrados y sacados al exterior primero por mulas y más tarde por maquinas tractoras diesel y eléctricas o cintas transportadoras.
Siguiente punto de paso, Candás. Ya sabemos que los Repechinos tienen grabada la impronta de que si hay que elegir entre dos formas de llegar a un sitio siempre elegirán la que sea más cuesta arriba, y como no podía ser de otra manera subimos a la Formiga para luego bajar al pueblo.
Siguiente punto de paso, Candás. Ya sabemos que los Repechinos tienen grabada la impronta de que si hay que elegir entre dos formas de llegar a un sitio siempre elegirán la que sea más cuesta arriba, y como no podía ser de otra manera subimos a la Formiga para luego bajar al pueblo.
Peter Stone tenía ya el bote vacio de agua, tal vez tuviera que ver en ello cierta deshidratación producida por la ingesta del contenido de varias botellas de sidra la noche anterior -aunque parezca una incongruencia que beber litros de liquido llegue a deshidratar, pero todo depende del liquido del que se trate y con la sidra ya se sabe, cuanto más bebes mas meas, deshidratación asegurada- La cuestión es que nos arrimamos a la fuente de Santarua a llenar ese bote vacio.
Aprovechamos para dejar constancia de nuestra ruta con unas fotos que, amablemente, nos hizo un trabajador de la limpieza viaria –lo que siempre se llamó un barrendero, vamos. Que la imbecilidad de lo políticamente correcto está haciendo perder mucho vocabulario tradicional y para nada peyorativo- De nuevo comenzó a llover, esta vez con más gana y según pasaban los minutos arreciaba. Los chubasqueros se hicieron necesarios de nuevo.
Aprovechamos para dejar constancia de nuestra ruta con unas fotos que, amablemente, nos hizo un trabajador de la limpieza viaria –lo que siempre se llamó un barrendero, vamos. Que la imbecilidad de lo políticamente correcto está haciendo perder mucho vocabulario tradicional y para nada peyorativo- De nuevo comenzó a llover, esta vez con más gana y según pasaban los minutos arreciaba. Los chubasqueros se hicieron necesarios de nuevo.
Transmisiones no podía irse de Candás sin mercar el postre típico del lugar, así que nos acercamos al centro de la villa en busca de les anhelades marañueles. No estuve muy atento al motivo que expuso Pedro para explicar el porqué de aquel repentino deseo por el apreciado dulce. ¿Habría sido un antojo? ¿O más bien la firme convicción de que si llegaba a casa sin ellas podría peligrar su integridad física o psíquica? Lo dejamos ahí, no vayan a tachar al cronista de cotilla.
En este punto ya la lluvia caía en todo su esplendor y decidimos una vuelta honrosa a casa, nada de tirar por lo fácil. De nuevo, desde el cruce de Perlora hacia Prendes, subiendo por el monte Calera, no sin antes hacer una pequeña pausa necesaria para restablecer el nivel adecuado de aire en mi… rueda delantera.
Empapados por la lluvia y por el agua que levantábamos con nuestros neumaticos impusimos velocidad al regreso ya sin rodeos ni búsqueda de exquisiteces. Cada uno pensando en aquello que más deseaba en ese momento. Peter Stone en les patates que iba a pelar para comer en un buen “platao” acompañadas de huevos fritos. Turonman en la botella de vino anestesiante que le induciría un reparador sueño post-almuerzo. Pedro Transmisiones no abría la boca pero yo creo que era porque ensalivaba pensando en les marañueles. Y yo… ya no me acuerdo, tanta humedad me ablandó algo más eso que tengo por cerebro y mis pensamientos se fueron junto con el agua que me recorría de arriba abajo.
Con el prelavado hecho llegamos a Gijón, algo más de 30 km y un par de horas abundantes, pero también con la conciencia tranquila de haber acudido a la cita dominical y nadie nos pudiera decir eso de… COCOCORICO ¡No como a otros!
P.D. Sobre el titulo de la crónica, que os lo explique Turonman.
P.D. 2 El nombre tendréis que encontrarlo transitando por la senda del Tranqueru y leyendo las inscripciones hechas con spray que se pueden ver.
Iba a decir que sentía mucho no haber compartido mojadura con vosotros pero mentiría.Yo también me mojé pero sin bici.
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No sé, no sé, "ruta del amor", solo 30km, no veo ninguna reseña a "falsos llanos" dignos de ese nombre....no sé, yo creo que ayer no salisteis, y que esta crónica ta hecha tomando el vermouth en el Muro y les fotos con el fotoshop de Turonman.
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