Este fin de semana, preparados con nuestros pasaportes, vacunados para enfermedades raras, nuestros kits de supervivencia (puñales, cuchillos, una espada de Trancas y un hacha de mina que llevó Turonman) y acompañados por Carlos (the brother), nuestro traductor, nos encaminamos hacia Galicia donde teníamos preparadas unas rutas en bici que nuestro compañero YE LO QU´HAI nos había preparado por la Ribeira Sacrata.
Es una zona de Galicia donde están los Cañones del Sil y donde se cultivan las uvas, en las escarpadas laderas de las montañas, en una especie de escalones llamados “socalcos”.
Tras los trámites aduaneros, el pago del IVA, las declaraciones juradas de que volveríamos a España y tras pagar la “mordida” a los policías de aduanas por los visados para un mes, entramos en el país vecino.
Un “refrigerio ligerito” (catalogado así por el Sargento), en un restaurante local, y a coger las bicis.
Carlos (the brother), ya se olía una encerrona, y no empezó la ruta como todos, por el típico “falso llano” que había frente a la casa de Jose.
La primera ruta, nos llevó por las zonas donde se cultivaban las cepas en los bancales, los cuales ocupan todas las laderas de la montaña que están orientadas al sol.
Los integrantes de la ruta de hoy, fuimos Trancas, Barrancas, Ye lo qu´hai, Desdel´picu, Turonman, El Sargento Playu, Amadeus, Carlos (the brother) y yo, Willy.
Salimos de Bulso y nos fuimos por estrechos y polvorientos caminos fuimos acercándonos a los pueblos cercanos, Vilameá, Pinol, y parada a descansar en Cimadevila, donde, por cierto, el Playu no nos invitó a una sidra en su casa….
En Cadeiras, nos asomamos al primer mirador sobre el río, y al igual que los que nos quedaban por ver, nos dejaron sin palabras (por la altura y el paisaje.)
Nos dirigimos a Amandi a ver una bodega muy grande, pero para llegar a ella, la subida, hizo que alguno pusiera ya pié a tierra en las duras rampas de hormigón.
Pasamos por más pueblos, por unas caleyas preciosas, estrechas, eso si, doy fe, y rodeados por los dos sitios de muros de piedra con muchísimos años de antigüedad.
Huertos con castaños y muchos manzanos nos acompañaron en casi toda la ruta, así como madroños con sus frutos listos para comer.
Huertos con castaños y muchos manzanos nos acompañaron en casi toda la ruta, así como madroños con sus frutos listos para comer.
El último mirador, el del Duque, nos asomó a uno de los embarcaderos que hay en el río, y a una de las mejores vistas de la zona, desde allí, la ruta ya se fue haciendo más llevadera, pasamos junto al aeródromo local, donde tenían mucho trabajo las avionetas contra incendios.
Nuestro anfitrión, Ye lo qu´hai nos deleitaba con sus explicaciones sobre todo lo que veíamos. Tan pronto nos hablaba de estilos arquitectónicos, como de costumbres ancestrales, como de formas de cultivos, menos mal que que no nos examinó de sus explicaciones, porque todos hubiéramos suspendido dada la nula atención que prestábamos.
Solo hubo un momento en que obedecimos al instante, y fue cuando Cova nos mandó ponernos para hacer una foto. No hubo que repetirlo, en 5 segundos todos estábamos listos, el resto de las fotos, que si tu estás de espalda, que si tu miras al cielo, que si tu me tapas, que me empujas, total, cada foto, media hora.
Las subidas a los miradores, y las bajadas a la orilla del río, se sucedían. Las vistas eran impresionantes, y las rampas, durísimas en algunos casos y el polvo del camino, nos hacía más difíciles las bajadas.
Vimos mucha gente vendimiando, y algunos hasta nos ofrecían trabajo y bien pagado, pero después, pensándolo bien, los 100€ al día, no parecían mucho dinero por el duro trabajo a realizar.
La verdad, es que por mas que lo intenté, en cuanto nos ofrecían trabajo, por cansados que estuvieran, los Repechinos, sacaban fuerzas de no se donde, y salían corriendo monte arriba como alma que lleva el diablo.
Es increíble por donde suben y bajan los tractores y los todo terrenos cargados de uvas.
En las zonas donde no entran vehículos, las uvas se acercan a los coches con unas rampas de hierro como las de las mudanzas de muebles, y así se ahorran muchísimas subidas y bajadas por los viñedos.
Todas las viñas estaban muy cargadas de uvas, y de racimos muy grandes.
Aquí, Carlos, nuestro “traductor” pegó una espantada tras una de las subidas a un mirador y no lo volvimos a ver hasta casi terminada la ruta, a unos 4 Km. Del final, estaba esperándonos a la sombra de unos pinos donde seguro que había estado “planchando la oreja” un par de horas.
Algunos de los caminos, estaban casi tapados por la vegetación, y entre las roderas, las zonas fozadas de los jabalíes, las piedras y el cansancio general, hicieron que alguno “catara el suelo” (en esta ocasión me tocó a mí), aunque sin mucha avería al final.
A última hora del día, el fresco empezaba a aparecer, pero durante la ruta, el microclima de la zona, nos hacía que creyéramos que pedaleábamos por Andalucía o por un sitio parecido.
Llegada a la base de operaciones en el “hotel rural” de Bulso. Baño, jacuzzi, y algún masaje, y a la cena.
Aquí, Carlos, no se perdió nada de la “ruta”, y comió como si hubiera hecho un gran desgaste pedaleando, (bueno, también tengo que decir que de la siesta, se levanta uno con un hambre….) jejejeje
También nos acompañó Susana, la mujer de Amadeus, que estaba con la familia en Orense.
Nos fuimos hasta la cercana ciudad de Monforte de Lemos donde dimos buena cuenta del sabroso churrasco, regado por la famosa cerveza Estrella de Galicia, porque el vino que nos pusieron, “era un poco fuerte para nuestros paladares”.
No hay buena comida sin buen postre, y entre queso al horno, tarta 3 chocolates y tarta “muerte por chocolate” quedamos llenos a reventar (menos Desde el´picu, que limpió todos los platos con algún resto de postre).
No hay buena comida sin buen postre, y entre queso al horno, tarta 3 chocolates y tarta “muerte por chocolate” quedamos llenos a reventar (menos Desde el´picu, que limpió todos los platos con algún resto de postre).
Un paseo por Monforte, una cervecita y muy a nuestro pesar, (al día siguiente había ruta a las 9), retiramos a nuestros aposentos. Entre uno y otro, cuando nos metimos en la cama el campanario de la iglesia tocó la “una”. Estoy seguro porque lo oí sonar 3 veces.
Aquí terminamos nuestra la odisea del primer día, mañana………más.
Un saludo a todos
WILLY
Pues pagarán 100 euros por jornal,que no se si será mucho o poco, pero por 70 Euros los Repechinos, en concreto YLQH, te garantizan un fín de semana completito completito,eso sí ,sin contactos, algunos ya saben de que va la cosa,para los que no se enteran pues...que hubiesen ido.
ResponderEliminarPor menos de 70€. El problema fue el toldo del remolque que aumento el consumo a mas del doble del Picasso. Pero que se le va a hacer.¿Contactos? Me resulta familiar.
ResponderEliminarLos que fuimos lo sabemos pero los que no.....
Como dice el Sargento que hubiesen ido.
¡Éxito total!
70 € era la oferta promocional, para próximas ediciones puede que suba algo el precio. Creo que voy a cambiar de profesión y dedicame a esto,jajaja.
ResponderEliminar¡Ah! Lo de los contactos se mirará para la siguiente vez viendo la demanda e insistencia de algunos. Eso sí, será un extra facturable aparte.
Jo, que fama de vago se me acaba de crear ... nada de siesta ... aunque lo intenté, jajaja, pero tenía las piernas tan rotas y el culo tan machacado que no pude conciliar el sueño con tanto agotamiento encima ... estuve sentado un poco, el otro poco mirando como trapicheaban con cajas de uva unos que aparecieron allí, sacaban cajas del remolque de un todo terreno y las cargaban en un camión que a su vez iba ya lleno de cajas. Supongo que aquel sitio era punto de entrega de vendimiadores a bodegueros.
ResponderEliminarLa verdad es que no podía con los güevos, no toy entrenao, la rampa de hormigón acabó con mi poca fuerza y mi moral, seguro que en desgaste físico gasté yo más que ninguno, lo que justifica la fartura, ¿no? ... :D