sábado, 3 de agosto de 2013

ENTRE LAGOS Y TEITOS


 
El sábado 20 de Julio salí con la Nenina a rodar por caminos diferentes a los habituales, fuimos a Somiedo.

Un pequeño grupo de amigos de la zona, crearon un grupo tipo los Repechinos, pero mucho más pequeño en número (pero por algo se empieza, seguro que cuando el Playu y Mr. 43 eran “jóvenes” los Repechinos no eran tan numerosos como hoy en día).

Con poco más de un año de andadura, decidieron enseñar a los demás aficionados al BTT, los caminos y paisajes más bonitos de la zona y decidieron realizar el I Btt La Rosca.

En un día soleado, nos reunimos en la entrada del camping, unos 70 u 80 aficionados a la bici de montaña, entre los que había varias chicas, entre ellas la campeona de España.



Salimos del centro de Pola de Somiedo y tras unos metros por una camino cojimos la carretera que nos llevaría tras llegar al embalse de La Malva, a empezar a calentar las piernas, subiendo hacia el pueblo de Endriga.



Esta primera zona, fue un poco aburrida, porque era toda por asfalto, pero aquí ya el pequeño pelotón se fue estirando mas de lo deseado, y la Guardia Civil nos reagrupó pues no podía haber más de 1,5 Km., entre el primero y el último de la prueba para poder ir por una carretera abierta al tráfico.

Una vez en Endriga, ya empezaron las primeras rampas duras, y recorriendo un entretenido camino, llegamos a Saliencia.







Allí, cruzamos la carretera y con los ánimos de los vecinos y desoyendo los consejos de los viejecillos que nos decían que abandonáramos ahora, empezamos a subir las rampas más duras del día.

El sol ya calentaba fuerte, y los andariegos ya eran multitud. San 36 cumplió bien, pero la subida era muy muy larga y hubo que parar a coger algo de aire un par de veces.

A media subida, ya empezamos a ver las primeras casas de techo vegetal típicas de la comarca somedana, los teitos.
 
 
 
 

La braña es una zona donde se agrupan varias de estas cabañas, donde los antiguos ganaderos pasaban los veranos con su ganado. Como la cuesta es tan pronunciada, está hormigonada, porque sinó , en época de lluvias, el agua arrastraría toda la tierra y no podrían circular ni los tractores.

El hormigonado no se acababa nunca, lo que implicaba que la subida seguía y seguía hasta lo alto de la montaña.

Cuando nuestros neumáticos volvieron a pisar la tierra, sentimos un alivio, creyendo que la cuesta sería mas llevadera, pero así y todo, todos seguíamos rodando “con todo metido”.

En este “pequeño pelotón” había de todo en cuanto al nivel de los participantes. Algunos muy muy buenos, y también bastante jóvenes que tenían fuerzas para dar y tomar. Gente con bicis de todos los tamaños de rueda, y bicis de muuuuuucha pasta ( pero sigue imperando el dicho del Playu, de “lo importante ye el indio, no la flecha). Hombre, la verdad es que los que iban adelante, no llevaban bicis del Carrefour, pero muchas de marcas importantes y materiales ultramodernos rodaron por detrás de la Nenina.

No era una marcha competitiva, pero había que dejar bien alto el maillot Repechín, así que tras los muy buenos y los buenos, allí estábamos siempre la Nenina y yo picando a la puerta.

Pero sigamos con la ruta. Tras esta laaaaaaaarga subida, estaba el primer avituallamiento.







Fruta, agua, galletas, roscas somedanas y demás viandas fueron bien recibidas tras el duro esfuerzo.

El paisaje era impresionante. Veías casi todas las montañas de la zona, más bajas que tú, y eso te daba una sensación de poderío, porque parecía que habías derrotado a la ascensión y ya estabas en lo más alto. Craso error.



Rodeados de las típicas vacas de la zona cuidadas por los valientes perros mastines, seguimos la ruta.



Torrestio era el siguiente pueblo por el que pasaríamos, y los organizadores nos advirtieron del peligro que entrañaba el descenso hacia el pueblo.

Seguimos casi cresteando por lo alto de la montaña, pero siempre el camino “picaba” hacia arriba. Seguimos por el Camin Real hasta la Braña de la Mesa.

Las praderías que hay aquí son inacabables, y la cantidad de ganado que las puebla en estos meses de estío, también es muy grande, sobre todo vacas, caballos y cabras, todos bien vigilados por los perros con sus enormes collares de pinchos “por si los lobos”.

Cansados de seguir subiendo, el camino se nos hizo más llevadero al llegar a una zona con pequeñas cabañas redondas, todas ellas construidas con piedras, incluso el techo, que servían para resguardarse de las inclemencias del tiempo, son lo que aquí llaman Corros.

Cuando creíamos que el descenso nunca llegaría, por fin, el camino empezaba a descender. Era ancho, pero con mucha piedra suelta, y algunas roderas importantes de las pasadas lluvias. La gente empezó a bajar, cada uno a su ritmo, y el que lo sobrepasó, dio con sus huesos en el suelo, dando trabajo a la ambulancia que estaba en Torrestio.

Aquí, la Nenina y yo, “conservamos”, y solo nos pasaron 4 ó 5 ciclistas.

Cuando llegamos al pueblo, nuevamente, los más ancianos nos miraban asombrados y nos decían que ahora empezaba lo “bueno”.

Un poco cansados de la tensión de la larga bajada ( claro, los Repechinos no estamos acostumbrados a bajadas de más de 2 minutos), empezamos a subir por una pista ancha hacia el alto de la Farrapona.
















El camino siempre era en subida, y como toda subida que se precie, cuando más recorres, y menos te queda para llegar a la cima, más dura se hace.

Aquí, volvimos a recuperar “nuestro estatus” entre los “panchinos”, y adelantamos a varios compañeros.

La verdad es que San 36 nos volvió a echar “una buena mano” y tras coger nuestro ritmo, llegamos al alto de la Farrapona, más “cocidos y más rojos” que las gambas de una paella ( yo por lo menos).

Una pequeña bajada nos llevaría al segundo avituallamiento, al lado del primero de los lagos de Saliencia, el Lago de La cueva.

El goteo de participantes fue largo, y el viento que soplaba hacía que estar un poco resguardados, hiciera más llevadera la espera.

Reparaciones mecánicas, y cambiar el color pálido de algunos compañeros, y rellenar un poco nuestros estómagos,  fueron los trabajos más destacados.

Aquí, empezamos a subir nuevamente. Para mí, la parte más bonita de esta zona. Una subida “entretenida”, con piedra suelta, donde la pendiente volvió a poner a cada uno en su lugar.

Tras pasar al lado de la antigua mina de hierro y tras coronar y dejar atrás el Lago Cerveriz, enfilamos la larga pradería que se extiende a nuestros pies y lega hasta el horizonte.

Nuevamente, la vista nos engaña, y lo que parecía llano, vuelve a tirar ligeramente hacia arriba.

Al final, ya vemos la bajada y el Lago del Valle se distingue en la lejanía.




Aquí empezó otra zona que no me gustó mucho, un camino muy estrecho, y con mucha piedra suelta nos bajaría hasta el mismísimo lago, lástima que tuviéramos que hacer toda la bajada con la bici al lado, porque ni Janjun ni Yeloqhay en sus mejores sueños, bajarían por aquel camino. De hecho, las cabras pastaban con arneses incorporados y cascos de seguridad.

Una vez llegamos al Lago del Valle, ya nos las prometíamos muy felices. “Todo bajada hasta Pola de Somiedo”, creíamos. ¡¡¡Pobres infelices!!! Aún nos quedaban otro par de repechos de los de sentarte en la pica del sillín y doblarte encima del manillar como merucos en un anzuelo.

Después ya si, todo hacia abajo, pasando cerca de Saliencia por un camino muy entretenido y siempre bajando. Zonas de sol, otras de sombra, caminos estrechos y cruce de algún charco gordo y hasta de un riachuelo, nos hicieron llegar hasta el pueblo de Soto, donde cojimos la carretera y enseguida llegamos a nuestra meta, otra vez en Pola de Somiedo.

A la llegada, servicio de limpieza de bicis, (que hacía bastante falta, aunque el sol apretaba, había zonas con barro), y como guinda, un servicio de masajes.




La comida, pasta y caldereta de carne nos hicieron reponer las fuerzas perdidas. Sorteo de regalos ( un montonazo), estancias, comidas, productos para la bici y para el ciclista, remataron la comida, que tuvo que acabar antes de lo previsto porque unas nubes se acercaron rápidamente y descargaron encima de los participantes una buena cantidad de agua, que hizo que todos refrescáramos tras la bonita etapa.






Bueno, nada más que contar sobre nuestra aventura en Somiedo, solo agradecer a todos los que colaboraron en su organización y a todos los comerciantes que donaron productos para que ésta fuera más llamativa.
Nos vemos en la II Rosca de Somiedo.             
 WILLY

4 comentarios:

  1. Bien Willy,pues ahora que tu lo conoces a ver cuando enseñas a los Repechinos esos caminos de La Rosca.Deja de "trabajar" un poco y organiza un roscón para tus compañeros.

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  2. Eso, eso, una ruta por Somiedo que pa esa zona nunca vamos. Willy, vete preparando el rutometro y buscando fecha.

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  3. ¡¡Me cagun en to lo que se menea!! Lo siento Willy, tenía preparado un comentario y sin más se me ha ido a no se dónde.

    Que quede constancia de mi intención de participar en el blog.

    Así que pasándolo bien con San 36? ta bien sabelo.

    Saludos

    Joaquin

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  4. Muy bien Willy, otra cronica de matricula. Tardé en leerla porque desde el móvil no me apaño pero ahora en casa de nuevo la pude disfrutar.

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