El sábado 20 de Julio salí con la Nenina
a rodar por caminos diferentes a los habituales, fuimos a Somiedo.
Un pequeño grupo de amigos de la zona,
crearon un grupo tipo los Repechinos, pero mucho más pequeño en número (pero por algo se empieza, seguro que
cuando el Playu y Mr. 43 eran “jóvenes” los Repechinos no eran tan numerosos
como hoy en día).
Con poco más de un año de andadura,
decidieron enseñar a los demás aficionados al BTT, los caminos y paisajes más
bonitos de la zona y decidieron realizar el I Btt La Rosca.
En un día soleado, nos reunimos en la
entrada del camping, unos 70 u 80 aficionados a la bici de montaña, entre los
que había varias chicas, entre ellas la campeona de España.
Salimos del centro de Pola de Somiedo
y tras unos metros por una camino cojimos la carretera que nos llevaría tras
llegar al embalse de La Malva, a empezar a calentar las piernas, subiendo hacia
el pueblo de Endriga.
Esta primera zona, fue un poco
aburrida, porque era toda por asfalto, pero aquí ya el pequeño pelotón se fue
estirando mas de lo deseado, y la Guardia Civil nos reagrupó pues no podía
haber más de 1,5 Km .,
entre el primero y el último de la prueba para poder ir por una carretera
abierta al tráfico.
Una vez en Endriga, ya empezaron las
primeras rampas duras, y recorriendo un entretenido camino, llegamos a
Saliencia.
Allí, cruzamos la carretera y con los
ánimos de los vecinos y desoyendo los consejos de los viejecillos que nos
decían que abandonáramos ahora, empezamos a subir las rampas más duras del día.
El sol ya calentaba fuerte, y los
andariegos ya eran multitud. San 36 cumplió bien, pero la subida era muy muy
larga y hubo que parar a coger algo de aire un par de veces.
A media subida, ya empezamos a ver las
primeras casas de techo vegetal típicas de la comarca somedana, los teitos.
La braña es una zona donde se agrupan
varias de estas cabañas, donde los antiguos ganaderos pasaban los veranos con
su ganado. Como la cuesta es tan pronunciada, está hormigonada, porque sinó ,
en época de lluvias, el agua arrastraría toda la tierra y no podrían circular
ni los tractores.
El hormigonado no se acababa nunca, lo
que implicaba que la subida seguía y seguía hasta lo alto de la montaña.
Cuando nuestros neumáticos volvieron a
pisar la tierra, sentimos un alivio, creyendo que la cuesta sería mas
llevadera, pero así y todo, todos seguíamos rodando “con todo metido”.
En este “pequeño pelotón” había de
todo en cuanto al nivel de los participantes. Algunos muy muy buenos, y también
bastante jóvenes que tenían fuerzas para dar y tomar. Gente con bicis de todos
los tamaños de rueda, y bicis de muuuuuucha pasta ( pero sigue imperando el
dicho del Playu, de “lo importante ye el indio, no la flecha). Hombre, la
verdad es que los que iban adelante, no llevaban bicis del Carrefour, pero
muchas de marcas importantes y materiales ultramodernos rodaron por detrás de
la Nenina.
No era una marcha competitiva, pero
había que dejar bien alto el maillot Repechín, así que tras los muy buenos y
los buenos, allí estábamos siempre la Nenina y yo picando a la puerta.
Pero sigamos con la ruta. Tras esta
laaaaaaaarga subida, estaba el primer avituallamiento.
Fruta, agua, galletas, roscas
somedanas y demás viandas fueron bien recibidas tras el duro esfuerzo.
El paisaje era impresionante. Veías
casi todas las montañas de la zona, más bajas que tú, y eso te daba una
sensación de poderío, porque parecía que habías derrotado a la ascensión y ya
estabas en lo más alto. Craso error.
Rodeados de las típicas vacas de la
zona cuidadas por los valientes perros mastines, seguimos la ruta.
Torrestio era el siguiente pueblo por
el que pasaríamos, y los organizadores nos advirtieron del peligro que
entrañaba el descenso hacia el pueblo.
Seguimos casi cresteando por lo alto
de la montaña, pero siempre el camino “picaba” hacia arriba. Seguimos por el
Camin Real hasta la Braña de la Mesa.
Las praderías que hay aquí son
inacabables, y la cantidad de ganado que las puebla en estos meses de estío,
también es muy grande, sobre todo vacas, caballos y cabras, todos bien
vigilados por los perros con sus enormes collares de pinchos “por si los
lobos”.
Cansados de seguir subiendo, el camino
se nos hizo más llevadero al llegar a una zona con pequeñas cabañas redondas,
todas ellas construidas con piedras, incluso el techo, que servían para
resguardarse de las inclemencias del tiempo, son lo que aquí llaman Corros.
Cuando creíamos que el descenso nunca
llegaría, por fin, el camino empezaba a descender. Era ancho, pero con mucha
piedra suelta, y algunas roderas importantes de las pasadas lluvias. La gente
empezó a bajar, cada uno a su ritmo, y el que lo sobrepasó, dio con sus huesos
en el suelo, dando trabajo a la ambulancia que estaba en Torrestio.
Aquí, la Nenina y yo, “conservamos”, y
solo nos pasaron 4 ó 5 ciclistas.
Cuando llegamos al pueblo, nuevamente,
los más ancianos nos miraban asombrados y nos decían que ahora empezaba lo
“bueno”.
Un poco cansados de la tensión de la
larga bajada ( claro, los Repechinos no estamos acostumbrados a bajadas de más
de 2 minutos), empezamos a subir por una pista ancha hacia el alto de la
Farrapona.
El camino siempre era en subida, y
como toda subida que se precie, cuando más recorres, y menos te queda para
llegar a la cima, más dura se hace.
Aquí, volvimos a recuperar “nuestro estatus”
entre los “panchinos”, y adelantamos a varios compañeros.
La verdad es que San 36 nos volvió a echar
“una buena mano” y tras coger nuestro ritmo, llegamos al alto de la Farrapona,
más “cocidos y más rojos” que las gambas de una paella ( yo por lo menos).
Una pequeña bajada nos llevaría al
segundo avituallamiento, al lado del primero de los lagos de Saliencia, el Lago
de La cueva.
El goteo de participantes fue largo, y
el viento que soplaba hacía que estar un poco resguardados, hiciera más
llevadera la espera.
Reparaciones mecánicas, y cambiar el
color pálido de algunos compañeros, y rellenar un poco nuestros estómagos, fueron los trabajos más destacados.
Aquí, empezamos a subir nuevamente.
Para mí, la parte más bonita de esta zona. Una subida “entretenida”, con piedra
suelta, donde la pendiente volvió a poner a cada uno en su lugar.
Tras pasar al lado de la antigua mina
de hierro y tras coronar y dejar atrás el Lago Cerveriz, enfilamos la larga
pradería que se extiende a nuestros pies y lega hasta el horizonte.
Nuevamente, la vista nos engaña, y lo
que parecía llano, vuelve a tirar ligeramente hacia arriba.
Al final, ya vemos la bajada y el Lago
del Valle se distingue en la lejanía.
Aquí empezó otra zona que no me gustó
mucho, un camino muy estrecho, y con mucha piedra suelta nos bajaría hasta el
mismísimo lago, lástima que tuviéramos que hacer toda la bajada con la bici al
lado, porque ni Janjun ni Yeloqhay en sus mejores sueños, bajarían por aquel
camino. De hecho, las cabras pastaban con arneses incorporados y cascos de
seguridad.
Una vez llegamos al Lago del Valle, ya
nos las prometíamos muy felices. “Todo bajada hasta Pola de Somiedo”, creíamos.
¡¡¡Pobres infelices!!! Aún nos quedaban otro par de repechos de los de sentarte
en la pica del sillín y doblarte encima del manillar como merucos en un
anzuelo.
Después ya si, todo hacia abajo,
pasando cerca de Saliencia por un camino muy entretenido y siempre bajando.
Zonas de sol, otras de sombra, caminos estrechos y cruce de algún charco gordo
y hasta de un riachuelo, nos hicieron llegar hasta el pueblo de Soto, donde
cojimos la carretera y enseguida llegamos a nuestra meta, otra vez en Pola de
Somiedo.
A la llegada, servicio de limpieza de
bicis, (que hacía bastante falta, aunque el sol apretaba, había zonas con
barro), y como guinda, un servicio de masajes.
La comida, pasta y caldereta de carne
nos hicieron reponer las fuerzas perdidas. Sorteo de regalos ( un montonazo),
estancias, comidas, productos para la bici y para el ciclista, remataron la
comida, que tuvo que acabar antes de lo previsto porque unas nubes se acercaron
rápidamente y descargaron encima de los participantes una buena cantidad de
agua, que hizo que todos refrescáramos tras la bonita etapa.
Bueno, nada más que contar sobre
nuestra aventura en Somiedo, solo agradecer a todos los que colaboraron en su
organización y a todos los comerciantes que donaron productos para que ésta
fuera más llamativa.
Nos vemos en la II Rosca de Somiedo.
WILLY
Bien Willy,pues ahora que tu lo conoces a ver cuando enseñas a los Repechinos esos caminos de La Rosca.Deja de "trabajar" un poco y organiza un roscón para tus compañeros.
ResponderEliminarEso, eso, una ruta por Somiedo que pa esa zona nunca vamos. Willy, vete preparando el rutometro y buscando fecha.
ResponderEliminar¡¡Me cagun en to lo que se menea!! Lo siento Willy, tenía preparado un comentario y sin más se me ha ido a no se dónde.
ResponderEliminarQue quede constancia de mi intención de participar en el blog.
Así que pasándolo bien con San 36? ta bien sabelo.
Saludos
Joaquin
Muy bien Willy, otra cronica de matricula. Tardé en leerla porque desde el móvil no me apaño pero ahora en casa de nuevo la pude disfrutar.
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