El
fin de semana más cercano al 14 de Febrero, los Repechinos celebramos San
Calentín, nuestro segundo patrono, tras el principal San Repechín del Falso
Llano.
Celebramos
san Calentín, porque un Repechín, nunca tiene frío, siempre está “calentín”, el
frío en su cuerpo, dura unos diez minutos desde que dejamos atrás el
reagrupamiento de Pelayo, justo lo que tardamos en abandonar el asfalto y pisar
nuestras queridas caleyas.
Este
año, mis sensaciones mañaneras, no eran muy buenas. Tras pasarme todo el
viernes ajustando la junta de la trócola, tensando la dirección , alineando las
bielas y engrasando los discos de freno de la Nenina, al ir a cojerla el
domingo, ¡¡¡la rueda de atrás estaba pinchada!!!.
No
había buenos augurios, pero unos bombazos de aire y a buscar a los compañeros.
Yeloqhay,
Piraguas, Trasmi, Pepe Botes, Jandrínweb, Lynux, Turonman, Trancas y yo mismo,
empezamos una ruta “inolvidable”.
Hoy
Yeloqhay tenía una ruta que había descargado de Internet (creo que de una
página llamada “rutas el hijo…uta.com) y con el beneplácito de todos nos
dirigimos a explorarla.
Una
parte ya la conocíamos, de subirla con el Playu (vaya, Playu y subida siempre van juntos en una frase).
Nosotros
esta vez nos dirigimos hacia la trialera del camping y luego dirección al
Curviellu, después por la variante de los Valentín Boys, bajamos la cuesta de
la Cabañona y nos dirigimos a Peón, a donde bajamos por una trialera que está
pegada al puente de la autopista.
Ya
esta primera zona tenía que habernos puesto sobre aviso de lo que nos esperaba,
pero no hicimos ni caso y seguimos.
La
primera parte, muy rota, de los tractores que habían sacado la madera de la
zona. Una zona con muchos andariegos, porque el barro hacía impedaleable la
zona.
Por
fin llegamos al asfalto, tiramos hacia Peón, pero antes, giramos a la izquierda
y cogimos un falso llano muy entretenido, de los habituales de “50 metros
abundantes”.
En
fila de a uno subimos hablando de lo humano y lo divino, aunque la mayoría,
solo escuchábamos.
Bajamos
hacia la zona de la Playa España, y tras cruzar la carretera de Villaviciosa,
giramos a la derecha y otra vez a apretar el culo subiendo.
Buenas
zonas repechineras, acompañadas de un gran día de sol, nos las prometían muy
felices. El ritmo no era muy rápido, pero era sin prisa y sin pausa.
La
zona de quintes nos sirvió para recuperar un poco las fuerzas y después, una
técnica bajada nos llevaría a las orillas del río España (o ese creo que era,
porque…).
El
camino se acabó en el río, y aunque había un pequeño sendero por la orilla (seguro
que era de los jabalíes), decidimos buscar una forma de cruzar a la otra
orilla.
Menos
mal que la riada había dejado ramas y troncos cruzados en el río, así que por
allí, con más pena que gloria y con el riesgo de caer al agua, fuimos cruzando
como pudimos.
El cambio de orilla nos llevaría una media hora tranquilamente,
pero cuando nos las prometíamos muy felices, empezó la zona “heavy” de la ruta.
Unos
metros pedaleando, nos llevaron al fin del camino.
¿Y
ahora?, “Tenemos que subir, que las casas y la carretera está en lo alto del
monte”, fueron los razonamientos de los participantes.
A
los pocos metros, ya no se podía empujar la bici para subir unos pocos metros,
nos las teníamos que pasar unos a otros y así, muy poco a poco, ganábamos
metros de altura.
Llegamos
a la zona alta de un castañedo, con mucho esfuerzo, porque la pendiente era
fortísima, la humedad del suelo, el barro y las hojas, acompañado de nuestro
nulo calzado para patear monte, hacían cada metro ganado, un triunfo.
Para
nuestra desgracia, el siguiente reto, era un cotoyal con arbustos que nos
tapaban con creces y solo nos orientábamos a voces, porque no nos veíamos a los
dos metros de separarnos.
Piraguas,
Turonman, Pepe y Trancas siguieron luchando y subiendo monte arriba. Jandrín
investigó un pequeño amago de camino que había en el fondo del valle y
Yeloqhay, Trasmi, Lynux y yo intentamos seguir a Jandrín, pero nos perdimos.
Otra
media hora “abundante” y una lucha sin igual contra la pendiente, los resbalones,
que te hacían avanzar un metro y caer dos, nos llevaron a “abrir nuevo camino”
y a punto de tirar la toalla, Yeloqhay localizó con el GPS un camino de carro
de hacía unos 200 años. Siguéndolo, y siempre tirando hacia arriba, luchando
con las ramas que nos enganchaban los manillares y los pedales y no nos dejaban
subir, llegamos a un camino ya con todas las letras.
Trasmi,
se tiró agotado al lado de la bici, Yelqhay ya lo veía todo negro, y al bajar a
ayudar a Lynux, estaba de rodillas y con los brazos extendidos y mirando al
cielo diciendo “ señor, señor, ¿porqué nos has abandonado?”.
La
cobertura de teléfono era muy mala, pero finalmente contactamos con Piraguas y
los demás y ya estaban llegando a la civilización.
Nosotros
tras coger una camino “ciclable” llegamos a la zona alta de Quintes, y
aparecimos cerca del restaurante Las Palmeras. Preguntando a unos vecinos que
donde estábamos, se echaban las manos a la cabeza escuchando por donde habíamos
venido. ¡¡¡Pero si hace años que no pasa nadie por ahí, y además no hay ni
caminos , tais locos chavales ¡!!!
La
verdad es que aquella selva no estaba tan desierta, nosotros encontramos a los
del programa “el Último Superviviente”, grabando el programa, y el grupo de
Turonman creo que tuvieron más suerte y encontraron a los del programa de
Energy, los que van a la jungla en pelota, pero no les ayudaron a salir de
allí.
Reagrupamiento
y faltaba Jandrín. Nos
pareció que habíamos escuchado voces al pasar por la zona donde vivían los
Tunga-Bulunga y donde había entrado Jandrín. Oímos unos gritos desgarradores,
pero no sabemos lo que pasó en aquel bosque, solo podemos decir que Jandrín
llegó a Gijón sin sentarse en el sillín ni una sola vez.
Bueno,
una vez todos juntos, ya todo eran risas, y ante la hora que era y lo que nos
quedaba por llegar a casa, decidimos ir por el asfalto, eso y que no nos
quedaban fuerzas ni para mirar el gps para buscar caleyas conocidas.
Pepe
y Jandrín bajaron por el Argayu y los demás por el asfalto y desde la Laboral a
casa y a descansar.
Para
mí, la pendiente de la calle Velazquez, era como si estuviera subiendo el
Mortirolo, y cuando entré en el trastero y me puse a hacer unos estiramientos,
unas lágrimas caían por mi cara, pero no eran de dolor por estirar, sino por la
alegría de que ya podía morir tranquilo, aquí alguien me encontraría y me
llevaría a suelo santo y a mi última morada.
De
los demás, no se nada, solo que Yeloqhay iba a lavar la bici en la oficina.
¿tendrá una Karcher para limpiar las impresoras?.
Bueno
amigos, hasta aquí nuestra ruta de hoy, si la queréis repetir, la colgaremos en
Internet, deberéis buscarla en “rutasfacilesenmontanbikecercadegijon.com”
Un
saludo a todos WILLY
Eso os pasa por pescar en río, la pesca en la mar es mucho menos arriesgada y por supuesto mas productiva.
ResponderEliminarY el Bekariu se la perdió ¡LASTIMA!
!!!Lo que hay que organizar pa que os dejen llegar tarde a casa¡¡¡
ResponderEliminarMás lástima da el comprobar el pasotismo de que hacen gala la mayoría de los de los que han participado en esta expedición, a la hora de reflejar por escrito -, aunque solo utilizando cuatro palabra ¡joer!- de lo que sintieron y de quien se acordaron en los momentos mas duros de la refriega- digo- de la batalla- digo- de tan apacible paseo.
ResponderEliminarY sí, mi sargento, me la he perdido y claro que es una lástima, pero no más grande que la tú llevas penando estos días, y sabe Dios hasta cuando te durará esa pena. ¡jajaja!
Saludos
El bekariu