viernes, 8 de julio de 2022

LOS IRREDUCTIBLES REPECHINOS EN LA RUTA DE LA PLATA (Capitulo 1)



 


La tranquilidad reinaba en la aldea de los Repechinos...

 


 

¿En toda la aldea?, no.

En la cabaña de Willy Maletainquietix los nervios llenaban la estancia.

Willy no paraba de dar vueltas en la cama, por el pasillo, por el patio, por el comedor, por la cocina….

Hacía días que tenía cargado el carro con las provisiones que llevaría para él y para sus compañeros en su nueva aventura recorriendo montados en sus bicicicletas la Plataensis Rutae (Ruta de la Plata para los romanos) y no veía el momento de comenzar la andadura.

Había engañado a Cova, su mujer para que guiara el carro de apoyo, prometiéndole recoger la casa durante un par de lunas y limpiar los suelos y los cristales durante lo que restaba de verano. 

 


De todas formas, Cova ya no aguantaba más los nervios de Maletainquietix, y cogiéndole de la oreja como a un niño pequeño, lo sacó a la calle y le dijo:

-¡¡¡¡¡¡ NOS VAMOS Y YA ESPERAREMOS A TUS AMIGOTES EN EMERITA AUGUSTA, QUE NO TE AGUANTO UN MINUTO MÁS EN CASA, DAS MAS VUELTAS QUE UN BURRO PARA ACOSTARSE¡!!!!

Y así, con su carromato cargado a tope de cervezas como si fueran a celebrar el Octoberfest, 50 litros de limonada, sangría como para regar la Feria de Abril de Sevilla, gaseosa como para poner a funcionar la regasificadora del Musel, barritas energéticas como para construir las casas de otras dos aldeas, toda la producción de patatas de la comarca, guisantes como para llenar los colchones de 50 faquires, todo el bonito de la costera 2022, dos jabalíes y un venado hechos chorizos y salchichones, un palé de galletas, toda la producción de leche de las vacas de la región y toda la pasta que había traído la caravana del comerciante italiano Luigi Spaguettini recientemente llegado del país transalpino.




 

Tanta comida asustaba a los habitantes de la aldea, que creían que era mucha comida para 5 Repechinos, pero lo que no sabían era que uno de ellos era Amasamichelinix, y para ese, la comida, nunca es suficiente.

También en el garaje del carromato llevaban sus bicicicletas y “algunos recambios”, solo “los justos” (que hubieran servido para abastecer al equipo Movistar en el Tour, Giro, Lieja Bastón Lieja, Tour de Normadia, Vuelta a España y tour de Flandes sin problemas).

Piti Doscientosventevoltix, ImpresorixYeloquehay y Mani Tiraliniix completaban el grupo de aventureros.

El que más y el que menos había consultado al oráculo del tiempo durante las jornadas anteriores a la partida y andaba mas acojanado que un pavo en navidad, porque las temperaturas eran extremas y llegaban a los 42º durante el día y no bajaba de los 27 por las noches, y esas temperaturas, para pedalear, no eran a las que estaban acostumbrados nuestros amigos.

Pero bueno, ¿Quién dijo miedo?, y en una de sus reuniones bajo las estrellas y al calor del fuego, Maletainquietix, Amasamichelinix, Doscientosventevoltix, Impresorix y Tiraliniix, tras pensarlo varias veces, darle una y mil vueltas a las posibilidades de éxito de la empresa y tras unas cuantas cervezas, apunto de salir el sol, llegó la frase que disipó todas las dudas….

-¡¡¡¡¡¡”A QUE NO HAY HUEVOS A IR AHORA¡!!!!!!!!.

Y al grito de:

-¡¡¡¡¿Qué SOMOS ¡!!!!

-¡¡¡¡¡ REPECHINOS!!!!!

-¡¡¡¡¡¡¿POR DONDE ANDAMOS!!!!!

-¡¡¡¡¡¡POR LOS CAMINOS!!!!

-¡¡¡¡¡¡¿Y NUESTRA SANGRE NOS LA ALTERA……?!!!!!

-¡¡¡¡¡¡UNA BUENA TRIALERA!!!!!!

 

Al día siguiente emprendieron ruta.

MERIDA-CACERES

La noche antes de iniciar su aventura, los nervios estaban a flor de piel. Willy no podía dormir, Yeloquehay repasaba las rutas y los caminos una y otra vez, Piti dormía a pierna suelta bufando que parecía un jabalí en estampida, Mani leía y el Playu pasó toda la noche con los ojos como platos pensando en el desayuno del dia siguiente y mirando su reloj viendo como los minutos y las horas pasaban mas despacio de lo que su estómago querría.


Con una buena mañana de sol, nuestros amigos iniciaron su andadura, eso sí, tras degustar un par de sacos de buenas viandas que cova les había preparado para desayunar regados con un par de bidones de leche para ayudarlos a hidratarse.


 

Un pequeño paseo por la ciudad y una visita a los restos del acueducto de Mérida empezaron a calentar las piernas de nuestros compañeros. 


 

La ruta pintaba bien, 25º y sol. Paseo por el Carrilus-bicicletae y a tragar polvo.

Poco después llegaron al Embalse de Proserpina, construido por los romanos con su piedra tallada típica, y hoy rodeado de chiringuitos para el disfrute del buen tiempo, aunque dada la hora temprana, todos estaban cerrados y solo pudieron remojar sus gaznates con la poción mágica fabricada por el druida de la aldea y que traían en sus calabazas de hidratación.


 

Los desniveles no eran muy grandes, pero la ruta, para abajo precisamente, no era.

Unos cuantos Miliarios (grandes cilindros de piedra que podríamos denominar hoy como marcadores de kilómetros), jalonaban la ruta que se hizo entretenida y enseguida llegó la hora de la comida.


 

Cova esperaba con el carro de las provisiones en un parque con las viandas del día preparadas, aunque lo que más agradecieron los pedaleantes fueron los litros y litros y litros de cerveza y limón que refrescaron sus gaznates. Solo Impresorix no degustó el liquido procedente de la fermentación del lúpulo, sinó que se decantó por otro brebaje procedente del otro lado del mar y de un sabor dulzón y color marrón oscuro, decía que eso le mantenía la mente activa y no le dejaba relajarse y dormirse.


 

Cova abría los ojos como platos al ver a los Repechinos lavar los cacharros sin habérselo pedido. Decía que si se habían quitado los protectores de la cabeza durante la ruta y el sol les había reblandecido el cerebro.


 

El sol estaba en su punto álgido y el termómetro ya marcaba los 35 grados. Con la barriga llena y aquel calor, lo que menos apetecía era volver a pedalear, pero Cáceres esperaba a nuestros amigos.


Como el paisaje que recorrían era tan diferente al de su aldea en la República Independiente de Astúrica, los kilómetros pasaron en un pis pas (Eso y que Amasamichelinex aceleraba la marcha y no quería parar nada por si Cova se hubiera perdido por el camino y no hubiera llegado la comida para la cena).


 

Una vez en Cáceres, una pequeña reparación en el transporte de Tiraliniix para cambiar su sillón, y a recorrer la ciudad y buscando una buena posada para la cena. 


 

Encontraron nuestros amigos la fonda que regentaba otro italiano, Giuseppe Macarroni, y allí dieron cuenta de casi la totalidad de la carta que había de menú, y a fé mía que los cocineros no tuvieron que limpiar mucho los paltos al terminar, porque los dejaron requeterebañados del hambre que traían (y eso que no les sirvieron pan, que sino……).

Regreso a la posada y a dormir, que al día siguiente había que madrugar para llegar a Riolobos, y el nombre no inspiraba mucha confianza.

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