Seguro
que muchos os preguntareis como se planean esas rutas Repechineras tan
“divertidas, amenas y entretenidas”,
pues es fácil.
Sales a la calle en un sitio despejado, (no
vale que salgas en medio de la Calle Corrida, porque los edificios no te dejan
ver el horizonte), buscas el monte mas alto que tengas a la vista, y ese será
tu destino.
Después,
piensas (esto no lo hacen mucho los Repechinos), cual será la ruta más larga
para llegar al monte más alto, y ya tienes media ruta hecha.
Y
después, ya en el alto, te dejas ir por tu instinto y vuelves a la civilización
como puedes. ¿Fácil, no?.
Bueno,
pues este fin de semana, los Repechinos nos desplegamos por varios frentes. Jandrinweb,
Janjun y Pepe Botes, tenían en mente una ruta “endurera”, para bajar montes a
toda caña por la zona de Grado, yo no ví fotos pedaleando, pero comiendo, si
que lo hicieron bien.
Los
Valentín Boys creemos que se jubilaron como su líder, porque no tenemos
noticias de ellos ni de sus clandestinas. Algunas malas lenguas decían que
tenían copados los bancos del parque de Isabel La Católica y los de La Calzada
para su ocupación principal, dar de comer a las palomas.
Otros
Repechinos fuimos hasta Tapia, a una ruta, que aprovechando que el tiempo daba
una tregua, tenía el Sargento preparada.
Quedamos
con el Playu en una confitería de Tapia, pero cuando llegamos, en las
estanterías solo había migajas, y en la cara del Sargento una enorme sonrisa.
Lo que pasó antes de que llegáramos, os lo podéis imaginar.
Trasmi,
Turonman, Lynux, Yeloqhay, El Sargento Playu, Chema-epic, Gus y yo fuimos los
integrantes de esta ruta.
La
mañana en Tapia era fresquita, y enseguida empezamos a pedalear con la costa a
nuestra izquierda disfrutando de un paisaje impresionante, con unas olas que
atacaban la costa sin piedad ni descanso.
El
monte El Maco, era nuestra cota más alta de hoy, pero antes de coronarla
deberíamos de subir, subir y volver a subir todos los montes que teníamos a la
vista. Esta
ruta estaba preparada con las más altas tecnologías. Que
si el Google Maps 3.8, que si el Crome, que si el Gozzilla, que si el Garmin
Edge 900, que si “me pasé toda la noche actualizando el navegador”, que si “
pues yo pasé toda la cartografía a Windows XF porque tiene más detalles”…..
Total,
a la media hora de ruta, estábamos perdidos en mitad del Felechal de la
Garrapata Loca, y sin idea de por donde salir de allí.
Algún
porteo y muchas dudas, y algo de suerte, nos llevaron a la civilización otra
vez. (No os preocupéis, ya recogí yo todos los navegadores y gps y los vendí a
unos rumanos para que no volvamos a tener estos “fallos”).
La
casa de La Follada, fue el primer “asentamiento humano” que encontramos.Después,
las Lagunas de Salave, de donde dicen que sale el oro que quieren buscar en
esta zona los americanos, y desde aquí, ya a subir “un poco”.
Ya
“calentitos”, íbamos ganando metros de altura. Yeloqhay
nos informaba de lo que teníamos por delante: ahora una pequeña subida, (yo
tuve que sentarme en el manillar para que no se me levantara la rueda
delantera).
Ahora
un descanso, (Lynux gastó el gatillo derecho del cambio de tanto buscar un
piñón mayor).
Ahora
una pista ( tras 3 km en la selva llena de barro, tuvimos que volver sobre
nuestros pasos porque no había camino).
Ahora
una subida de 10 km ( a los 30 km Gus no paraba de preguntar, ¿se me
estropearía el cuenta kilómetros? nunca vi. kilómetros tan largos).
Bueno,
al final, llegamos al Pico del Maco, y aquí vimos que se cumplía ese dicho de
“a los ciclistas todo les da de culo, menos el viento”.
Una
lucha sin cuartel para no marcarnos ningún andariegu nos llevó a coronar un
monte que nos deleitó con unas vistas maravillosas. Como
era imposible desenvolver el bocata y que no nos lo llevara el viento,
decidimos bajar un poco y buscar un sitio un poco resguardado para recuperar
fuerzas. El
mejor “restaurante” que encontramos, fue una gran roca, en un recodo del
camino, pero a resguardo del viento, nos pareció un hotel de 5 estrellas.
Comimos
sin prisas, y tras tomar un poco el sol, preguntamos como era la ruta que nos
quedaba ahora.
La
respuesta, “nada, ahora ya ye todo para abajo”. Os
podéis imaginar, ¿no?, el plato grande, ni lo pusimos, el mediano, poco, y el
recorrido rompe piernas nos castigó de lo lindo nuestras débiles patukines. Mas
porteos, algunas averías, pinchazos, roturas de cadena, ruedas
descentradas….fueron “el pan nuestro de cada ruta”.
Y
por fín, llegamos a las cercanías de Vegadeo. Ya parecía que “estaba todo el
pescado vendido”, pero no. Otro
sube y baja continuo nos llevaría a la costa otra vez.
Castropol
y su Centro de Interpretación de la Ria nos pusieron en la ruta costera que ya
no abandonaríamos hasta nuestro final de ruta.
Castropol,
Figueres, y unas playas preciosas y con un mar cabreadísimo fueron nuestros
siguientes puntos de paso.
Aquí,
Jose, nos deleitó con un “Yeloqhay “ que nos metió el miedo en el cuerpo.
Bajando unas escaleras , quiso llegar abajo antes que la bici, resultado,
porrazo de los gordos en las costillas y dolor a mogollón.
Como
siempre, alguna “lengua viperina” repechinera decía que “ este Yeloqhay va
mucho por Jove ¿no?, y siempre pone la disculpa de que calló de la bici.
Jejeje los de urgencias ya no se creen eso de un accidente de montanbike”. (
Jose, ya sabes que yo nunca invento nada, ¿eh?, yo solo escribo lo que escucho)
jejejejje
Resultado,
costilla “a la virolé” y ruta cerrada por “destrozos en la barandilla”.
Seguimos
más tranquilamente hacia nuestra meta.
Antes
de llegar al final, Chema y Gus, se marcaron lo que creímos era un “COCORICO
COCORICO”, y atajaron por el asfalto hasta los coches, pero al llegar nosotros
a Tapia, los encontramos comiendo pasteles a toda prisa, y era que no querían
que les pasara como por la mañana y encontrarse la confitería solo con las
telarañas en las estanterías.
Con
Tapia ya a la vista, pasamos por varias playas, hasta que llegamos a la de
Penaronda , donde el temporal pasado, había derribado el puente que nos
llevaría a la otra orilla.
Otro pequeño rodeo, y otro gran esfuerzo para
nuestras piernas, nos llevaría tras otros sube y bajas, hasta las puertas del pueblo, y la playa de la
Paloma, lugar de grandes gestas surferas de nuestro Sargento.
Y
ya poco que contar. Bueno, si, el “final feliz” de la ruta lo hicimos en la
confitería. Destacable,
la cara de alegría del confitero al ver entrar al Playu, y como se frotaba las
manos y como sus ojos se convirtieron en dos símbolos del dólar al verlo venir
a merendar.
Bueno
amigos, nada mas que contar, como siempre una ruta preciosa, entretenida y que
entre pumba y dale, nos dejaron en el cuentakilómetros, unos 80 km, y 1600m de
desnivel. Esperamos
que a Chema y a Gus les haya gustado también y que nos acompañen en sucesivas
“batallas”.
Un
saludo a todos, y hasta la próxima WILLY