La Reina
Trialera paseaba por los cuidados jardines de su castillo pensando en cómo
hacer más grande la leyenda de los Repechinos.
El sol
calentaba de lo lindo, y la sed llegó a su boca.
Un criado
acudió raudo con una bandeja y una copa dorada llena de Sidrostar para aliviar
los deseos de su señora.
La Reina
cogió la copa y bebió con calma. Se quedó mirando a la copa y una sonrisa se
dibujó en su rostro.
- ¡¡¡ Llamad a Fray Yeloquehay ¡!!!!
El fraile acudió presto a la llamada real.
-
Padre,
tenemos que reunir a los Repechinos para buscar el Santo Grial.
-
Majestad,
estamos en Semana Santa. Y son unos días de paz, asueto y descanso en la aldea
de los irreductibles Repechinos.
- ¿Descanso,
asueto?, ¿Qué palabras son esas? Nunca las oí a un Repechín. ¿Ocio, cansancio?, ningún Repechín que se precie las tiene en su
vocabulario. ¿A quién tenemos por aquí para esta hazaña?
-
Tenemos
al Caballero Sir Willy de Montevil, a Sir Manimanitas, Conde de La Guía y un
Cristiano Viejo, el Sargento Playu.
-
¿Turonmán?
-
No
creo que esté, he oído que está buscando a San Genarín.
-
¿Trasmi?
-
No
me consta que esté por aquí.
-
¿Piti?
-
No
sé dónde está.
-
¿Piraguas?
-
No
lo veo hace tiempo.
-
¿Motorini?
-
No
sé. Se lo preguntaré a mis compañeros.
-
¿El Bekariu?
-
No
me consta que siga montando en bici.
-
¿El
Cuerpo?
-
No
me acuerdo donde está.
-
Padre,
escuchando vuestras respuestas me viene a la mente las del Conde Iñaki de Urdanpedalín. Menos mal que vos no estáis casado, sinó seguro que también le echaríais
la culpa de vuestra mala memoria a vuestra esposa.
-Cometimos el error de que lo juzgara un
jurado popular majestad, si lo hubiéramos llevado ante la Santa Inquisición……
el padre Desdelpicu Bocanegra….., el
resultado del juicio hubiera sido otro.
- Bueno, a
lo que vamos, partiréis al alba con los valientes que tengáis y buscareis el
Santo Grial.
- ¿En tierra
de infieles, majestad?
- No, no
tendréis que ir tan lejos. Buscareis en los bosques que nos separan de las
provincias Leonesas. Bajad a las
cuadras y pedid al encargado, el griego Fotocopix, que os de un carro grande.
En él meteréis vuestras monturas, no os vaya a ver alguien por el asfalto.
Sería un
desprestigio para los Repechinos verlos poner cuadradas las herraduras de sus
monturas caminando por el negro elemento. Pero en
cuanto la grava y el barro aparezcan, a comenzar la búsqueda.
-Como ordenéis
majestad.
La montura
de Willy, era un garañón negro, de gran alzada y aunque era una montura joven,
ya estaba curtida en buenas batallas.
Mani, montaba un pony blanco, rápido y ágil
donde los hubiera, y que nunca perdía el tranco en las más duras subidas, era
de lo mejor de sus cuadras en su fortaleza de La Guía.
El Playu
montaba un Asturcón blanco, un ejemplar único, casi un unicornio, el último de
una gran raza de caballos salvajes de las montañas del Cerro Santa Catalina.
Y Fray
Yeloqueahy montaba una jaca negra, también acostumbrada a las duras marchas y
las peleas contra los infieles y que tampoco se amilanaba ante la vista de
cualquier montaña.
Al alba, los
Repechinos llegaron en el carromato al pueblo de Pola de Lena.
Con los
primeros rayos de luz, cogieron sus monturas y atravesaron silenciosos los
pueblos de la parte baja del valle.
Enseguida,
los árboles cubrieron el cielo y en silencio, los Repechinos comenzaron a
registrar todos caminos que subían hacia la montaña.
La ruta elegida
para la búsqueda discurría por los más
pindios parajes de la zona.
No quedó un
centímetro de cuesta ni trialera sin revisar por los valientes.
La primera
zona fue durísima y larga, pero ni un pié a tierra por parte de los Repechinos. Solo un
problemilla en una de las herraduras de la Jaca de Yeloqueahy fue lo reseñable.
Una vez en
lo alto, las vistas dejaron sin palabras a los cuatro Repechinos.
-Yo estuve
aquí hace un año justamente y tuve que abandonar cuando la nieve me llegaba a
la cintura. (dijo el Playu)
- Yo creo
que si estiramos la mano tocaremos el cielo. Dios, creí que esta cuesta no
acabaría nunca.(Dijo Willy)
- ¿Qué
camino es aquel que se ve al fondo del valle y que sube hacia la zona de León?
(dijo Many)
- Es la Ruta
de la Plata (dijo Yeloquehay). Es un camino muy amplio y tiene dos vías, una
para subir y otra para bajar. Es tan ancha que podrían subir dos carretas
pareadas y bajar otras dos y no se tocarían. En un futuro
seguro que será utilizada por todos los que quieran entrar y salir de nuestra
querida Asturias en sus vehículos. Lástima que los gobernantes cobren impuestos
por utilizarla. Si esos diezmos
repercutieran en el pueblo…… bien cobrados estarían, pero…….
La llegada
al alto del Urogallo dejó a los cansados participantes con la boca abierta ante
tan impresionante paisaje. Verde por un
lado, de las grandes praderas que se extendían a sus pies, y el gris de las
pétreas montañas de Peña Ubiña.
Ni un alma
en el camino, solo un par de lugareños en lo alto, que al ver a los Repechinos
salieron zumbando.
A pesar de
que ya parecía que estaban en lo más alto, la pista seguía en forma de zona
hormigonada, lo que hacía que pensaran nuestros amigos, si los urogallos
andarían en tacones por el monte y les hubieran asfaltado la zona para no
mancharse los zapatos.
Otro nuevo
revés se alzaba antes nuestros amigos. Al
principio, se veía un poco de humo, muy a lo lejos, pero pedalada tras
pedalada, en un pispas el humo estaba ante los Repechinos. Y como la
Ley de Murphy nunca falla, el fuego cogió fuerza en un momento, y las llamas y
el humo cruzaban el único camino que había, y que era el que debían seguir
nuestros esforzados de la caleya. Y sin
pensárselo mucho, allá que van y pasan cual leones de circo por mitad del fuego
los Repechinos. La verdad
que fue un momento de los de “mariquita el último”, y las monturas, espoleadas
a tope por sus jinetes, lanzaban gravilla y piedras hacia atrás sin parar.
-Yo ya veía
que pasábamos de sobra. (Dijo Willy)
-Yo tampoco,
¿creéis que me asustaba el crepitar de los matojos ardiendo? (dijo el Playu)
- Yo ya veía
que las llamas no nos iban a pillar (dijo Many)
- Yo rezaba
por el alma de los pecadores, no por que creyera que nos había llegado nuestra
hora (dijo Yeloquehay).
Un poco de
pan bazo, unos tragos de cerveza floja (a la sombra de una cabaña uno, y al
sol, aprovechando el calor, otros), ayudó a reponer fuerzas para seguir la
búsqueda, aunque sin éxito.
El
Gamoniteiro, bajo la bandera de la Cristiandad, marcaba el punto más alto de la
zona de búsqueda.
Ya no
quedaba mucho, solo unas leguas, pero eran nuevamente unas leguas muy muy
pindias.
Sin
amilanarse y sin pensárselo mucho los enviados y sus monturas atacaron las duras
rampas. Largas, muy
largas, parecían no tener fin. Un recodo del camino te llevaba a otra rampa
y a otro recodo y a otra rampa y……
El Unicornio
del Playu subía despacio pero sin pausa, un poco más atrás el pony de Many con
paso lento pero firme seguía el camino, y cerrando el grupo, el caballo de
guerra de Willy y la jaca de Yeloquehay se mantenían firmes y sin descabalgar a
sus jinetes buscaban la cima que se veía cada vez más cerca.
Una vez
arriba, toda la cristiandad estaba a sus pies.
No había ya
a donde subir y el desánimo llegó a los Repechinos.
-Tranquilos,
El Señor proveerá (dijo Yeloquehay)
-Yo recuerdo
que aquí cerca estaba el Cuchu Puercu (Dijo el Playu)
-Estamos
tardando en subirlo (dijo Willy)
- ¿A que
esperamos? ¡¡Vamos que nos vamos ¡!!! (dijo Many)
Una pequeña
zona de bajada y una parada para “abrevar” las monturas ( y los jinetes)
llevaron a ver ya el fin de la ruta, que estaba, aunque suene raro, abajo, muy
abajo, en el valle, donde les esperaba el carromato de Fotocopix y un buenas
jarras de fresca y riquísima cerveza fabricada por los frailes de un monasterio
cercano.
Pero aún
quedaban unas rampas y un par de falsos llanos, que pasaron volando.
Y así, con
una rapidísima bajada (pese a no ser éste el fuerte de los Repechinos, las bajadas),
nuestros amigos llegaron al carromato y volvieron a sus hogares.
Fray
Yeloquehay fue a dar novedades a la reina Trialera.
-Majestad,
no lo hemos conseguido. No nos ha
quedado una trialera sin patear ni una cumbre de montaña sin registrar.
-No estéis
triste Padre. No habéis encontrado el Santo Grial, pero seguro que sigue ahí.
Escondido desde tiempos inmemoriales por uno de los primeros Repechinos en un
lugar seguro y esperando que lo saquemos a la luz.
-No pudo ser
esta vez, pero volveremos a patrullar la caleya y lo encontraremos, estad
segura.
- Confío en
vos y en los Repechinos.
-Gracias
majestad.
Y así acabó
esta aventura de los Guardianes Azules de la Caleya.
Otro día de
alegría, y excelente compañía se acababa, pero seguro que ya se estaba planificando
otra zona de búsqueda, pero eso os lo contaremos otro día.
Willy